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Sábado 13 de marzo de 2010

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Revista Tu Espacio

RINCONES DE MI TIERRA

Mercado Fermín López, antiguo Mercado Central

13 mar 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Mauricio Cazorla Murillo – exclusivo para Tu espacio

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Sobre un antiguo convento de un barrio de la ciudad colonial cuyo nombre debe a la Iglesia de Santo Domingo, se levanta un interesante centro de abasto. Cuenta la historia local en referencia al convento mencionado, que se levantaba hacia el lado oeste de la Iglesia que aún se conserva pero con severas transformaciones que correspondía a la orden de los dominicos.

El periodo republicano obligó a que sus moradores se hayan trasladado a otros ámbitos geográficos para dejarlo en completo abandono. A finales del siglo XIX el municipio decide aprovechar este espacio para levantar un mercado denominado en su primera época como “Central” que subsistió hasta principios del siglo XIX.

Fue en la gestión del munícipe, Fermín López en la década de los años diez que dedicó su atención a la construcción de un mercado con características modernas para la época y en homenaje a esta personalidad debe su nombre. De esta manera se concluye el edificio con grandes espacios para tiendas de productos. En una de ellas hacia la calle Ayacucho se ubicó el Cuartel de Bomberos de la Compañía Eslava.

El expendio de productos es de gran diversidad y a veces insólito, desde artículos de uso doméstico pasando por vegetales, carne, electrónicos, de escritorio, ofrendas para primeros viernes y Carnaval, baño público, telas, chorizos, y un largo etcétera.

Al interior de éste mercado se destaca la venta de tradicionales apis con pastel de queso, bebida a base de maíz a temperatura muy alta junto al pastel de queso de gran dimensión en cuyo interior cobija un trozo de queso derretido, reconociendo a la señora Remigia Soria Villarroel que por muchos años ofrecía este producto y ahora es heredada por sus hijas. El espacio físico de esta sección es ilustrado por el pincel de un artista orureño de escenas representativas de la cultura local que denotan nuestra identidad.

En el lado sur funcionaba el antiguo matadero que aún conserva sus ganchos para colgar las reses muy cerca al expendio de los tradicionales helados de canela y tal vez herederas de aquellos que antiguamente vendía doña Demófila a finales del siglo XIX en la Plaza del Regocijo.

Este mercado tiene tradiciones orales que perduran, una de ellas cuenta de sus habituales visitantes que cumplía la función de aguatero, el “loco” Alberto, que según la leyenda era un hombre perturbado que asiduamente proveía de agua a las vendedoras del mercado. La historia de cómo llegó allí nadie conoció, sólo era especulación, sin embargo, era convocado por las señoras humildes que no sabían escribir y que dedicaba un tiempo a la escritura de cartas dirigidas en prodigiosa letra a los soldados durante la Guerra del Chaco sobre un cajón de madera a modo de escritorio. Se cuenta que su vivienda se encontraba en alguna de las cuevas del Pie de Gallo al cual acudían también alumnos del Colegio Bolívar para ser orientados en algunas, pues su formación intelectual era vasta y reconocida más allá de su identidad. Al fallecer este personaje, las vendedoras de este mercado organizaron una colecta y le ofrecieron una cristiana sepultura en el Cementerio General.

De esta manera, conocemos este mercado cargado de tradiciones y también de alguna leyenda que refleja la identidad de una ciudad que se enriquece de aquellos Rincones de mi Tierra.

Fuente: LA PATRIA
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