Martes 20 de enero de 2015
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De acuerdo a la Constitución Política del Estado (Art. 302, par. I, numeral 2), después de la elaboración de la Carta Orgánica, la principal competencia exclusiva de los Gobiernos Autónomos Municipales es la de “planificar y promover el desarrollo humano en su jurisdicción”.
De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el desarrollo humano es el que sitúa a las personas en el centro del desarrollo ya que se refiere a la promoción del desarrollo potencial de las personas, del aumento de sus posibilidades, y del disfrute de la libertad para vivir la vida que valoran. Se miden dos aspectos: el desarrollo (humano) y el índice de pobreza.
La idea es darle calidad de vida mal ser humano y satisfacerle las necesidades básicas que poseen, muchas de las cuales representan una verdadera inversión que no es devuelta con dinero hacia el Estado, sino con cosas mucho mejores: un pueblo culto y sano, que trabaja y progresa, pero muchas de nuestras autoridades no lo ven así.
Existen municipios que se han convertido en verdaderas selvas de cemento, en donde si bien el pavimento es señal de progreso ya que se mejora el hogar del vecino y aumenta el costo de su inmueble de manera natural, el mismo no implica que en educación y seguridad ciudadana (por ejemplo) se tenga mejoría.