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Sábado 17 de enero de 2015

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El matrimonio y el amor

17 ene 2015

El Alquimista

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Muchos autores han escrito muchas cosas sobre el amor y el matrimonio, pero pocos con la profundidad y la esclarecedora sabiduría con la que el maestro de la síntesis, el venerable Samael Aun Weor nos entrega en esta su cátedra sobre la fuerza más poderosa del universo; enseñanza que nos ilumina e inspira para poder expresar el amor consciente con belleza y sabiduría, con pureza y castidad. A continuación transcribimos, de su libro “El matrimonio y el amor”, un extracto maravilloso.

“El amor comienza con un destello de simpatía, se substancializa con la fuerza del cariño y se sintetiza en adoración. Amar, cuán grande es amar. Solamente las grandes almas pueden y saben amar. Para que exista amor, se necesita que haya afinidad de pensamientos, afinidad de sentimientos, preocupación mental idéntica. En síntesis viene a ser la consagración de dos almas ávidas de expresar en forma armoniosa lo que interiormente viven”.

“El acto sexual viene a ser la consubstancialización del amor en el organismo psicofisiológico de nuestra naturaleza. Un matrimonio perfecto es la unión de dos seres, uno que ama más y otro que ama mejor. El amor es la mejor religión asequible. Hermes Trismegisto, él tres veces grande Dios Ibis de Thot dijo: “Te doy amor en el cual está contenido todo el sumun de la sabiduría”.

“Cuán noble es el ser amado, cuán noble es la mujer cuando en realidad de verdad están unidos por un vínculo de amor. Una pareja de enamorados se torna mística, caritativa, servicial. Si todos los seres humanos viviesen enamorados, reinaría sobre la faz de la tierra la felicidad, la paz, la armonía, la perfección. Cuando la pareja está en realidad de verdad enamorada se producen dentro del organismo transformaciones maravillosas. El amor es una emanación energética que brota de lo más hondo de la conciencia, esas radiaciones del amor, estimulan a las glándulas endocrinas de todo el organismo, y ellas producen millonadas de hormonas que invaden los canales sanguíneos llenándolos de extraordinaria vitalidad”.

“El amor en sí mismo es una fuerza cósmica universal que palpita en cada átomo como palpita en cada sol. Las estrellas también saben amar. Observemos en las noches deliciosas de plenilunio, ellas se acercan entre sí, y a veces se fusionan totalmente. Una colisión de mundos exclaman los astrónomos, más en realidad de verdad lo que ha sucedido es que dos mundos se han integrado por los lazos del amor. Los planetas de nuestro sistema solar giran alrededor del sol, atraídos incesantemente por esa fuerza maravillosa del amor. Los átomos dentro de las moléculas también giran alrededor de sus centros nucleares atraídos gracias a esa fuerza formidable del amor”.

“Observemos el centelleo de los mundos en el firmamento estrellado, las ondas de luz comulgan con el suspiro del amor. Hay amor en las estrellas, en la rosa y su perfume delicioso. Amar es algo inefable, divino. Amar es un fenómeno cósmico extraordinario. En el rincón del amor solamente reina la dicha. Cuando una pareja está en la cópula sexual, realizan un acto verdadero de amor, las fuerzas más divinas de la naturaleza las rodean. Esas fuerzas creadas en el cosmos han venido nuevamente a volver a crear. En esos momentos el hombre y la mujer son verdaderos Dioses en el sentido más completo de la palabra. Pueden ser como Dioses, he allí lo grandioso del amor. El hombre debe ser una esencia inicial de fuerza de creación. La mujer el poder receptivo formal de cualquier creación”.

Así que ambos, hombre y mujer son las dos columnas del templo. Estas columnas no deben estar ni demasiado lejos ni demasiado cerca, debe existir un espacio como para que el amor se manifieste en medio de ellas”.

(Samael Aun Weor)

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