Lo que une y diferencia a ateos humanistas y cristianos auténticos
15 ene 2015
Por Adhemar Ávalos Ortiz
El tema de la religión es muy complejo y peor aún el de las creencias ateístas y hay que verlo en un contexto crítico, con una visión que encare el problema desde sus raíces y revele sus contradicciones y potencialidades. En realidad, casi desde siempre se ha considerado, de manera ideológica y dogmática, que “los ateos son engendros del demonio y gente sin corazón”, algo totalmente falso. La concepción de la no creencia en ningún Dios se basa estrictamente no en mitos ni en fe, sino en la realidad de la ciencia, especialmente de la física. Los ateos no somos malos, creemos en principios fundamentales basados en el amor, en el respeto a la vida, sino nuestras concepciones de la generación y desarrollo del mundo no tendrían sustento.
El creer o no creer en un Dios o muchos es una opción absolutamente personal, respetable desde todo punto de vista, inclusive si va contra las concepciones de la ciencia. Sería absolutamente retrógrado imponer a la gente ideas, aún cuando ésta se guíe por dogmas. Al final es su visión de vida. El ateísmo se guía por el respeto a la libertad de conciencia y opinión, no es una estructura cerrada, pero sí defiende sus concepciones científicas de manera clara y en el marco del debate.
No obstante es necesario aclarar cuestiones fundamentales en el tema de la religión, el que ha sido manipulado política e ideológicamente desde el surgimiento de las primeras comunidades humanas y no entrar en este terreno significaría caer en la vaguedad teórica, algo inadmisible. El autor considera que “la religión es el opio de los pueblos”, pero no por eso la condena autoritariamente. Su existencia es histórica y tiene que ver con creencias y valores, los mayores de profunda trascendencia humana. Despreciar esto sería horrible.
Ahora bien, es necesario, e imprescindible, referirse a aquello que une y diferencia a ateos humanistas y cristianos auténticos. Lo que los une es lo siguiente:
1. El amor a la vida.
2. El respeto a las personas independientemente de sus diferencias de género, raza o pertenencia étnica, de su cultura y preferencias de vida.
3. La consideración a los defectos de las personas.
4. El amor a la Naturaleza.
5. La solidaridad.
Y lo que separa a ateos humanistas y cristianos auténticos es solamente lo siguiente:
1. La creencia en un Dios, algo que no es incompatible con la construcción de un mundo mejor, basado en la justicia.
2. El dogmatismo religioso.
La intolerancia de la religión católica y cristiana, según sus distintas vertientes, ha sido muy profunda en su historia. Las evidencias son abundantes. La llamada “Santa Inquisición” fue extremadamente cruel con los diferentes. Los mormones hicieron de la religión un dogma absolutista. Y así pasa con otras religiones cristianas o protestantes. Los cristianos auténticos son diferentes.
No debería haber confrontación entre creencias, si no encontrar los mejores caminos para llevarse mejor. En realidad, para decir la verdad cruda, en la historia ha existido un ateísmo basado en la falta de creencias y de humanismo, pero eso no es general. Un ateísta verdadero no es cruel, simplemente respetuoso de los derechos de los demás. No cree en Dios porque no existen las pruebas físicas de su existencia, no obstante no puede ni debe despreciar a los que aceptan a un ser divino como signo de conciencia, como argumento de la existencia de un ser superior. Y así debe ser la convivencia humana, basada en el respeto de lo diferente.
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