Jueves 15 de enero de 2015
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La blancura del salar de Uyuni, con una extensión de 10.532 kilómetros cuadrados, denominado por muchos como el “cielo en la tierra” se convirtió en una pista de carreras en una inédita versión del Rally Dakar (la competencia más dura del planeta).
La majestuosidad del desierto de sal más grande del mundo, recientemente se vio pintada con una diversidad de colores. Para los más fue todo un espectáculo, ante todo al apreciar las imágenes televisivas aéreas “de película” en las que mostraban a los corredores al mando de sus motorizados desplazándose en el mantel blanco, ni qué decir de quienes grabaron en sus retinas el paso de motos, autos y cuadriciclos por la explanada inmaculada.
Algunos de los protagonistas de la “competencia más dura del planeta” a través de medios de comunicación internacionales se quejaron de lo ruda que se convirtió la competencia a su paso por el altiplano boliviano, ante todo por el salar, mientras los más, relataban que fue una experiencia incomparable.
Aquí surge la pregunta, si los pocos se quejaron, ¿qué tendría que decir la naturaleza? respecto al comportamiento del ser humano que protagoniza esta competencia que por su agresividad con la Madre Tierra ha sido cuestionada en otros lares.
Fuente: LA PATRIA