Dibujar la realidad y publicarla caricaturizada no puede ser delito, porque es parte importante de la expresión humana, es un derecho inalienable que puede cumplir su objetivo con mayor aproximación a la realidad, que la misma noticia a veces fría o carente de elementos que sacudan la conciencia ciudadana.
Reflexionando sobre esas condiciones que son parte de las libertades de expresión y de prensa y por lo mismo son la base de la democracia, lo sucedido con el atentado contra la revista satírica “Charlie Hebdo”, es una muestra de la mayor intolerancia que llega a la barbarie y cobra la vida de casi una veintena de personas, una mayoría periodistas e ilustradores del exclusivo medio impreso especializado en un género realmente difícil y peligroso para llegar con su producto lleno de valentía a las más diversas capas sociales.
Tras los hechos y aún con el dolor en la garganta y el sudor de la ira en la frente, se produjo a nivel general, mundial, internacional, una condena al terrorismo, especialmente masificada en la urbe francesa donde se reunieron más de medio centenar de líderes mundiales para expresar su repudio contra toda forma de violencia dirigida a suprimir o limitar los derechos ciudadanos y las libertades de informarse y pensar libremente.
La patética demostración de rechazo a la violencia y la actitud de grupos fundamentalistas, permitió expresiones de comunión y firme determinación de no ceder ante la intolerancia y el fundamentalismo religioso que generan miedo y son causantes de que corra sangre, impidiendo que sea la tinta de imprenta que ilustre pensamientos y permita reflexiones respaldadas en la verdad y la libertad.
El atentado contra el Charlie Hebdo, logró algo que no se veía en mucho tiempo, una multitudinaria reacción civilista de millones de personas con un sentido unitario de condena a los actos violentos y en defensa de la libertad de expresión, único y principal atributo de una democracia real y objetiva.
El lamentable suceso marcó otro hecho que no puede ignorarse y es que en la primera fila de los representantes mundiales que encabezaron una marcha de protesta sin precedentes, estuvieron tomados de los brazos y separados sólo por algunas personas, líderes que no se hablan regularmente por ciertas controversias políticas, como el israelí Benjamín Netanyahu y el palestino Mahmud Abas, y la presencia del británico David Camerón, el español Mariano Rajoy y el Italiano Matteo Renzi, que sobre sus diferencias unieron sus ideas de libertad e implícitamente su decisión de luchar contra toda forma de violencia que pretenda alterar los fines de justicia y libertad que rigen los valores de una humanidad sin acosos.
Las víctimas del Charlie Hebdo se convierten en mártires de la prensa incomprendida y en patriotas defensores de los derechos humanos, mostrando en la integridad de su vocación el sentido práctico y valiente de la denuncia ante la injusticia y la impunidad, en un estilo que arrincona a los tiranos a través de los trazos precisos de un caricaturista cuyo trabajo es más realista que la propia información, por lo mismo más temida que cualquier apreciación verbal o escrita, según establecen los seguidores del “Charlie”.
El doloroso acontecimiento de Francia, el sacrificio de muchos periodistas y caricaturistas es un hecho que ha despertado -por fin- un sentimiento generalizado de repudio a la violencia, venga de donde venga, y una valiente decisión de defender la libertad sustento de la democracia.
Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.