Un reporte al final de la pasada gestión revela que el Servicio de Impuestos Nacionales (SIN) logró un importante incremento en la recaudación tributaria lo que significa en el estricto sentido material, aumentar los ingresos económicos para el país.
Se atribuye el hecho a un mejor manejo de tecnología implementada en todo el sistema tributario, además de condiciones cualitativas en lo que se relaciona con el personal del SIN, debidamente capacitado para ejercer un mejor control en materia de fiscalización, especialmente en sectores que se consideran como evasores o que están aún mimetizados en regímenes que no les corresponde.
La otra señal importante en el crecimiento de la recaudación de impuestos es parte de la responsabilidad ciudadana, es decir de la toma de conciencia de los contribuyentes, en este caso de personas como tal o de representantes de una variada gama de empresas, las que están debidamente registradas y son parte de lo que también se reconoce como el sector “legalmente establecido”.
Hay que convenir en que este sector cumplidor de normas, pagador de sus impuestos con regularidad incondicional, no tiene incentivos de ninguna especie, al contrario la presión tributaria no admite errores y las sanciones se aplican drásticamente, en tanto sigue campeando la actividad de un enorme contingente de comercio informal y por lo mismo evasor de gran proporción, que en la parte de sanciones no sufre ninguna que altere su vigencia.
Esa situación de objetiva inequidad no pasa desapercibida entre contribuyentes que pagan sus impuestos “sagradamente”, pero que al cometer una mínima infracción como omitir una nota fiscal, además de bajo monto, reciben una penalización que significa multa y clausura del negocio por determinado tiempo alterando una actividad que en muchos casos significa la utilidad al día, como el caso de salteñerías, bazares, algún taller artesanal o la venta de cierto tipo de materiales, mientras que en las proximidades de mercados y con un descarado y ostentoso despliegue comercial, cargan y descargan mercadería de toda variedad esos comerciantes camuflados en un régimen que no les corresponde, como es el simplificado, en el que no dan facturas, pese al enorme y costoso volumen de sus operaciones.
La presión tributaria no puede ser ejercida con excesiva drasticidad contra los contribuyentes que trabajan al amparo de las leyes, mientras que se deja pasar sin explicación objetiva el trabajo de los informales y del comercio clandestino, que significa una millonaria evasión, frente a “menores infracciones” del sector legalmente establecido.
Con esta apreciación, no justificamos los errores que se producen en algunos comercios y que se detectan a través de funcionarios encubiertos, que no tienen la misma capacidad de acción con los grandes comerciantes que operan públicamente, en las calles, en las ferias, en los mercados y que realmente infringen la normativa tributaria.
Con seguridad que el porcentaje de incremento en recaudaciones tributarias tendría un sustancial incremento si se disponen mecanismos objetivos para incorporar al universo de contribuyentes a esa gran cantidad de evasores que manejan mucho capital, venden camuflados en puestos de ferias, no pagan tributos, obtienen buenas utilidades de su comercio informal y están al margen de las sanciones con que castiga el SIN a pequeños infractores.
Incrementar la recaudación de impuestos es un buen objetivo, pero debe ser parte de una política de incorporación al régimen general de los comerciantes que con grandes capitales evaden millonarios impuestos, que el SIN recupera mínimamente sancionando al comercio legalmente establecido.
Fuente: LA PATRIA
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