Viernes 09 de enero de 2015
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La aventura populista se va desintegrando, conforme se van acabando los fondos, con los que se mantiene a un régimen carente de ideología; donde solo el interés personal es el que cuenta. Los “militantes” de estos procesos de cambio no tienen (aunque digan lo contrario y se autocalifique de marxistas leninistas) una ideología cohesionadora que los una. En estos casos, donde mandan los movimientos sociales y el instrumento político, la unidad de quienes lo sostienen es absolutamente coyuntural; y crece o decrece al ritmo de las prebendas que recibe, ya sea en dinero en efectivo, en “pegas” dentro del oficialismo; o en los siempre cómodos curules parlamentario, donde por solo levantar la mano reciben un sueldo o una dieta que jamás habrían logrado con solo haber cursado uno o dos años en primaria o no haber ido nunca a la escuela.
Mientras tengan el apoyo de quienes nombran a los candidatos cada cinco años, están tranquilos y dispuestos a salir a las calles para mostrar la fuerza y tener una obediencia ciega a sus mandantes por mantenerlos en situaciones de privilegio. Esos, ya han probado las mieles del Poder y perder esa ventaja es algo doloroso y hasta humillante: por eso, se aferran a la situación que tienen dentro el instrumento político. Pero, si han perdido es privilegio les da pataleta, chillan, maldicen y hasta se atreven a crear “movimientos paralelos”, para lograr su propia reelección por otros caminos, dando la espalda a quien, alguna vez, le brindó su confianza y apoyo.