Lo que está ocurriendo en buena parte de los municipios es una demostración absolutamente clara de la dependencia política en que se desenvuelven esos órganos departamentales que debieran ser en la mejor y mayor proyección de su servicio, sistemas municipalistas con principios civilistas y bajo reglas muy claras de independencia y autonomía.
Eso no quiere decir que quienes conformen su estructura administrativa tengan que ser apolíticos, que sería lo ideal, sin embargo lo importante es que dadas las condiciones de estructurar planes de atención comunitaria, la política generalizada, por encima de los colores partidarios, tendría que ser un serio compromiso de trabajo solidario en busca del bienestar colectivo.
Como refieren especialistas en el tema, el “municipalismo” está en bajada, sin exagerar casi en “caída libre” y tal efecto es el resultado de las pugnas internas que han impuesto en las últimas gestiones los militantes partidarios que en busca de acomodo seguro por un tiempo determinado han copado los puestos de concejales, medrando de la economía edil, pero sin demostrar capacidad de servicio, creatividad para solucionar los graves problemas que afectan a la comunidad cotidianamente.
La pugna en la mayoría de los municipios es de orden partidario, es la lucha intensa por preservar o ganar más espacios de poder, lo que se traduce en una futura tarea de repartir “pegas”, para satisfacer la demanda de gente que está atenta a cobrar o pagar la factura del negocio politiquero.
El sentido de establecer municipios de efectivo servicio colectivo queda reducido simplemente a las buenas intenciones de un mínimo personal que se capacitó en los fines de administración municipalista, pero que no puede hacer gran cosa debido a la fuerte presión partidista que toma los municipios para cumplir fines sectarios y no colectivos como debería ser, al tratarse de manejar el organismo responsable con el bienestar comunitario.
Ha pasado ese tiempo brillante y de responsabilidad honorífica, cuando en las alcaldías se crearon concejos deliberantes, integrados por los ciudadanos más destacados en diferentes ramas y que trabajaban sin dietas, aportando más bien, esfuerzo, capacidad y experiencia para delinear los planes necesarios que se conviertan en lineamientos que debía cumplir la autoridad ejecutiva, mejorando los niveles económicos de la comuna y los servicios para toda la población.
Por lo que ocurre en nuestro medio, la solución al conflicto municipal ha sido estrictamente política, la pugna interna por aprovechar los pocos meses que restan en el mandato vigente, no está dirigida a garantizar actitudes responsables para beneficio de la ciudad y sus habitantes, de lo que se trata es de preservar ciertos privilegios y de la manera más descarada garantizar un corto tiempo más de reducir el presupuesto municipal, sin aportar nada que efectivamente sirva al “soberano”.
La Alcaldía seguirá cobrando impuestos, continuará recibiendo ingresos vía asignación presupuestaria nacional, ojalá se continúe con algunos proyectos en marcha, se mantendrán “ciertos cargos” ejecutivos en la parte más improductiva de la Municipalidad, allí donde se debería legislar a favor de la comunidad y donde lamentablemente se pierde el tiempo en resolver diferencias políticas intrascendentes, alterando el curso de actividades regulares que deben salvar las contingencias que afectan a la comunidad.
Lo que la población ha observado en nuestra ciudad, un reflejo de lo que se ha producido en otras alcaldías del país, tiene una connotación estrictamente partidista, que sólo podrá neutralizarse cuando la ciudadanía decida buscar a sus verdaderos representantes para integrar un Honorable Concejo Municipal.
Fuente: LA PATRIA
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