Jueves 08 de enero de 2015
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En tiempos memorables de la historia de la ciudad de Oruro, nuestras abuelas tenían la práctica de barrer la acera de la calle cada mañana, como sinónimo de limpieza, sobre todo cultura, para mejorar la imagen citadina.
En la historia de la orureñidad se recuerda que todos barrían las aceras sigilosamente, cuidando el medio ambiente, es más, algunos se daban el lujo de lavar ese espacio que quedaba en frente de su casa, tanto así que Oruro se posicionó como la ciudad más limpia de Bolivia, pero con el pasar del tiempo se esfumó ese hábito.
Hoy, muy pocos vecinos y/o vecinas de la ciudad salen, con escobas, en las mañanas a barrer la acera de sus casas. Sin embargo, si la mayoría aún practicara este hábito, la calidad del medio ambiente en la ciudad sería diferente.
Asimismo, asear la acera, es auxiliar al medio que nos rodea de los residuos sólidos y la variedad de desperdicios que dejan los seres humanos. Es dedicar un momento a la limpieza de la ciudad, es mantener elegante la casa o casona, es luchar contra la contaminación ambiental, es respetar el lugar donde se vive, y sobre todo es tener amor a la tierra donde naciste.