Miercoles 07 de enero de 2015
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Bolivia genera en todas las generaciones extraordinarios escritores, poetas, pintores, escultores, dramaturgos y otros que como común denominador no recibieron, salvo excepciones, el apoyo y la requerida orientación académica del Estado, deformación que origina el surgimiento de formidables autodidactas; grado que requiere una activa intuición que se entrelaza con la sensibilidad del artista, entendiendo que la intuición en su sentido estricto es la visión directa, espiritual de algo individual existente que se muestra en el artista de modo inmediato y concreto, sin intervención de otros conocimientos; de tal forma que el artista autodidacta posee una intuición sensorial e intelectual, cuyos productos artísticos consecuencia de esta simbiosis son muy destacables.
En el presente análisis concurren ampliamente estas características y potencialidades en el artista nacional Jorge Alcoreza que inclina la fortaleza de su espíritu creador al arte desde los 14 años; punto de inflexión que determina su vida y comienza produciendo dibujos e interpretaciones personales de cuadros relevantes con admirable perfección y singular acabado.
Esta actividad cultivada por varios años le exige a su intuición un conocimiento casi perfecto de la anatomía humana que, con el ejercicio diario logra dominar para aplicarla en sus cuadros, en los cuales se aprecia inequívocamente la perfección del cuerpo humano en las diversas interpretaciones que presenta el artista. Esta fase le obliga a la pintura de caballete que le provee otra visión de los objetos que transforma en cuadros como imágenes intuitivas subjetivas producidas por su fantasía y generosa claridad plástica.