La muerte de la admirable esposa de Marcelo Quiroga Santa Cruz, María Cristina Trigo Viaña, de por sí lamentable y dolorosa, sirve para volver a resaltar los pasos del destacado líder político por la historia boliviana, tan rica, pero tan abundante en bajezas. Nacido en Cochabamba, fue probablemente el más brillante y honesto político de la historia de Bolivia, muy superior por el contenido de sus discursos a Fidel Castro, el depauperado exdirigente cubano. No escribió mucho ni tan profundamente como René Zavaleta Mercado, porque su campo de acción fue otro. No se constituyó en teórico de la política, sino en un consecuente político que se planteó la transformación radical de la sociedad boliviana con la construcción y desarrollo de un instrumento político necesario e imprescindible: el Partido Socialista, modelando un discurso profundo y radical que estaba en contra de toda forma autoritaria de poder. En literatura su aporte fue con su obra “Los deshabitados”, premiada nacional e internacionalmente.
El equilibrio teórico no permite comparar vulgar y simplistamente a grandes intelectuales, cada uno es brillante en el espacio en el que actuó. René Zavaleta se dedicó más a escribir sobre asuntos políticos y sociales, en cambio Quiroga fue una persona que si bien, por su indudable capacidad, se pudo dedicar a este tema, prefirió la lucha política. En un discurso de junio de 1964 (“De la derrota a la esperanza”) contra el MNR decía: “Hay una generación del 52. Todas estas personas no han tenido ninguna forma de cooperación con los gobiernos nacionales ni con el gobierno actual”. Una manera muy correcta de enfocar un proceso de traición a las ilusiones y perspectivas de las masas. También dijo en ese mismo espacio: “Por una falta de conexión vital que obedece a causas muy hondas”, reflexionaba sobre una relación falsa entre un partido supuestamente revolucionario y la gente, viendo además una perspectiva de transformación radical en esta última.
Los procesos no se pueden construir sobre la base de dogmas que mataron al socialismo real. En este aspecto Marcelo Quiroga fue brillante, en ningún caso poseía ideas autoritarias y se caracterizó siempre por su pensamiento democrático, más común al marxismo que el de muchos comunistas trasnochados, estalinistas y maoístas, que traicionaron al Che Guevara y se vendieron al MAS por prebendas, enajenando principios y causas. Además, se destacó por su espíritu cristiano que no puede ni debe ser ajeno a un proceso revolucionario, así dijo: “Una izquierda que no ignore una tradición profundamente cristiana de nuestro pueblo”. En este aspecto era muy abierto ya que no reconocía ninguna incompatibilidad entre el cristianismo auténtico y una izquierda principista. En una ocasión en 1980, pronunció un discurso sobre la coyuntura política boliviana, escuchado por el autor de este artículo, de una brillantez extraordinaria (en la Plaza Pérez Velasco), sin el uso de ningún papel e hilvanando las ideas de manera lógica y sin ningún error, ni gramatical, ni conceptual.
Marcelo Quiroga pudo haber militado en algún Partido Comunista, pero ya se había dado cuenta de la degeneración de estos desde su más tierna juventud. Por eso creó otro partido, el Socialista que no era declaradamente marxista en documentos y discurso, pero sí lo era en la práctica.
Su estructuración del Juicio de Responsabilidades contra el dictador Hugo Banzer Suárez, como diputado, fue genial en contenido y proyecciones. Manejaba el idioma castellano con una lucidez impresionante. En la historia parlamentaria boliviana no se había conocido un proceso tan claro y contundente. Pero su mayor error fue no haber comprendido hasta qué punto podían llegar los militares reaccionarios con su grupo de paramilitares el 17 de julio de 1980. Debió haber pasado a la clandestinidad de inmediato para protegerse y organizar la resistencia armada al régimen golpista de García Meza y sus esbirros. En realidad no era muy partidario de la violencia política.
No obstante, su lucidez intelectual, sus capacidades políticas, su calidad de persona y su consecuencia de lucha quedarán para siempre registradas en las páginas de la historia de Bolivia. Con su muerte se perdió a un hombre que hubiera llegado a ser Presidente de nuestra amada Patria y no se hubiera desarrollado el proceso populista actual que más adelante provocará muchos más daños de los producidos hasta ahora, debido a la ignorancia política de muchísimos bolivianos.
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