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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 El desarrollo y la planificación - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Vivimos tiempos en los que la planificación -como el proceso reflexivo de visualizar un futuro de bienestar para todos- debe superar los límites de lo tribal
• Por: Eduardo Campos Velasco
Los cambios generados en las comunicaciones y la información, han producido transformaciones cualitativas que tienen repercusiones en casi todos los ámbitos del quehacer humano. Es evidente que la globalización -como un fenómeno de carácter mundial– tiene cada vez más influencia en los procesos económicos, sociales y culturales que se producen en los niveles nacional y regional de las sociedades. Hoy, las sociedades a tiempo de visualizar y proyectar su futuro, no pueden ignorar que las estrategias de desarrollo deben diseñarse en función de las posibilidades que ofrece y de los requisitos que exige una mayor incorporación a la economía mundial, lo que a la vez representa –también– nuevos riesgos comerciales y financieros determinados por la fuerte demanda de competitividad que exige ser parte de ese escenario.
Las iniciativas nacionales y regionales que pretendan alcanzar niveles de desarrollo, inevitablemente tienen que tomar en cuenta, un conjunto de factores de índole global, que son factores determinantes para planificar el futuro. Los conceptos tradicionales de “desarrollo nacional” y “desarrollo regional o local” resultan insuficientes para abordar adecuadamente los retos de la planeación, sino están inscritos en el contexto global. Imaginar un desarrollo local/regional, sin tomar en cuenta contextos mayores, es poco menos que un ejercicio sin sentido. Hoy, el desarrollo, en términos generales, es un concepto altamente condicionado a variables externas, de las que depende en gran medida, la posibilidad de su realización. A diferencia del pasado, cuando el futuro se intentaba diseñar sobre la base de las propias potencialidades internas. La posibilidad de un desarrollo “endógeno”, cerrado, particular y propio de una sola sociedad, es una visión anacrónica que no tiene posibilidades de ejecución práctica y menos aún alcanzar el éxito, visiones que lamentablemente no hacen otra cosa que postergar las posibilidades de desarrollo de sus propias sociedades.
Ignorar las condiciones –buenas y malas– del contexto global, sólo nos aleja del desarrollo, antes que acercarnos. No basta conocer las potencialidades de un contexto determinado, si estás no están inscritas en un contexto mayor. En un mundo interconectado, interdependiente y sobre todo, competitivo, no tiene ningún sentido que nos esforcemos en desarrollar capacidades productivas que no tengan valor de cambio en contextos mayores.
La planificación tradicional, fuertemente influenciada por visiones nacionalistas y etnocéntricas prioriza de manera irreflexiva el potenciamiento de lo que se denomina “la vocación productiva”, ignorando que más allá de lo que podamos producir o hacer, están las condiciones de la demanda del mercado, que son las que en definitiva, determinan que es lo que vale, que es lo que se vende, que es lo que puede permitir acumular excedentes y por supuesto riqueza. La relación entre lo que podemos producir y lo que podemos vender, no siempre tiene correspondencia. Sobre todo, si ignoramos que toda conformación de mercados -por más chicos que sean estos– dependen de manera significativa, de la demanda de bienes y no sólo de las capacidades productivas. Mercado, en términos generales, es el escenario físico y/o económico (incluso hoy virtual) en el que se intercambian productos, servicios, recursos, etc., etc.
Por ejemplo, si en el departamento de Oruro, todos nos dedicáramos a producir papa, tendremos inevitablemente que vincularnos a otros mercados, porque entre nosotros no se pudiera establecer relación de intercambio. Pero además -en ese caso- estaríamos obligados a alcanzar una producción a precios competitivos, que nos permitan insertarnos en esos nuevos mercados, en términos rentables. Sólo así, tendría sentido potenciar nuestra vocación productiva de paperos (si ese es el caso). De lo contrario, estuviéramos realizando esfuerzos en una actividad productiva que nos genera pérdidas y no ingresos.
Evidentemente todo proceso de planificación debe partir por ver, qué es con lo que se cuenta (la vocación productiva), pero ésta -la vocación- debe ser analizada, considerando su inserción en los mercados y no como un atributo en sí mismo. Producir más, no siempre es sinónimo de éxito, sobre todo, si esa mayor producción no encuentra escenarios de realización (de venta). Por otra parte, producir lo que “sabemos producir”, no resolverá de manera automática nuestras necesidades, si lo que producimos, no tiene demanda en otros mercados. Siguiendo con el ejemplo, ¿Qué sentido tendría que produzcamos papa, si la papa que producimos nadie nos compra? (por la calidad, por el precio, por la saturación del mercado, etc., etc.)
Planificar el desarrollo (sobre todo la base productiva) sólo es posible, asumiendo que existe una demanda que podemos satisfacer desde nuestra vocación productiva. De lo contrario (la experiencia de otras sociedades nos enseña), debemos encarar procesos de reconversión que nos permitan insertarnos en los mercados, con nuevos emprendimientos productivos. Vivimos tiempos en los que la planificación, como el proceso reflexivo de visualizar un futuro de bienestar para todos, debe superar los límites de lo tribal. Las sociedades planifican su futuro, tomando en cuenta a los demás.
El éxito de la planeación, descansa más en la identificación de nuevos vínculos con el nivel externo, que el simple potenciamiento de las capacidades y habilidades internas. Hace falta algo más que mirarnos el ombligo, para hacer de la planeación un proceso que nos acerque a niveles aceptables de bienestar. El aprovechamiento eficiente de las ventajas comparativas y competitivas que se disponen, en relación a un contexto mayor, resultan determinantes para hacer de la planificación un instrumento para el desarrollo.
Por lo demás, ponerle nombres en idiomas nativos a los procesos de planificación, no pasa de ser un hecho anecdótico, cuando no se han superado viejos paradigmas de desarrollo. En aymará o inglés, desarrollo endógeno, es sinónimo de aislamiento en un mundo cada vez más interdependiente.
(*)Director A. C. Cramer
educuamposv@hotmail.com
http://educamposv.lacoctelera.net
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