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Domingo 04 de enero de 2015

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Revista Dominical

Paternidad y maternidad responsables

04 ene 2015

José Carlos García Fajardo

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El eugenismo (bien nacido) parte de la idea de que la desigualdad psíquica y fisiológica de las personas condiciona la desigualdad social.

Tergiversando a Darwin, los eugenistas afirmaban que el progreso del hombre se detuvo ante la desaparición de la selección natural y abogaban por la selección artificial: prohibición del matrimonio para las personas psíquica y físicamente defectuosas, esterilización, etc.

Cuando se empezaron a utilizar los anticonceptivos de manera masiva, los adeptos al eugenismo temían que el control de la natalidad se practicara en las clases dirigentes “educadas”, mientras los pobres “inundarían” el planeta con familias numerosas.

De 1.300 millones de personas, en 1914, hasta haber sobrepasado los 7.000 millones en nuestros días, se ha demostrado que en los países en donde las mujeres tienen el mismo acceso a la educación y a los puestos de trabajo que los hombres se ha detenido la curva demográfica. De ahí que una responsable y bien asesorada maternidad/paternidad sea imprescindible ante esta bomba de destrucción masiva que ya significa la explosión demográfica.

La educación, una sanidad adecuada, y la prevención de embarazos no deseados son más eficaces que esa cruel esterilización forzada. Después de la Segunda Guerra Mundial, la opinión pública americana contra la eugenesia y la esterilización forzosa se volvió más negativa a la luz de la conexión con la Alemania Nazi.

Pero continuó en algunos estados norteamericanos hasta la década de 1960. Carolina del Norte mantuvo las esterilizaciones hasta hace 35 años. Cualquiera podía recomendar la esterilización. Si el comité de esterilizaciones daba su visto bueno, eran operadas. La mayoría de víctimas eran mujeres negras y de escasos recursos.

En Estados Unidos, unas 100.000 personas fueron esterilizadas hasta los años ochenta. Hasta 32 de los 50 estados aprobaron leyes que permitían la esterilización de personas a las que consideraban víctimas de algún trastorno mental o sin un coeficiente intelectual adecuado.

Diversos presidentes, incluidos Woodrow Wilson y Teddy Roosevelt, apoyaron la eugenesia. La primera ley al respecto la instauró Indiana en 1907. En 1927, el Tribunal Supremo consideró la legalidad de esa práctica ante el caso de Carrie Buck, esterilizada en Virginia a los 17 años.

El Supremo decidió que las esterilizaciones no solo eran legales, sino que eran recomendables. El juez Oliver Wendell escribió en el veredicto: “Es beneficioso para todos si, en lugar de ejecutar a los hijos que son degenerados por los crímenes cometidos, o dejarles morir de hambre a causa de su imbecilidad, la sociedad puede evitar que esos que son obviamente incapaces transmitan esa condición a su descendencia. El principio que apoya las vacunas obligatorias apoya prácticas como amputar las trompas de falopio”.

Así se selló la suerte de miles de personas que se vieron privadas a la fuerza de tener descendencia. Y a pesar de que fue una conclusión basada en conjeturas científicas inexactas y peligrosas, Estados Unidos carece de una ley federal que prohíba a nivel nacional esa práctica., aunque en otros países se mantuvo la misma práctica. En el Perú de Fujimori más de 300.000 mujeres indígenas fueron esterilizadas.

El periódico Wall Street señala que muchas mujeres han sido esterilizadas sin saberlo en 20 países; sin conocimiento del peligro del tratamiento prescrito o también contra su voluntad.

Organizaciones mexicanas denunciaron las campañas de esterilización forzosa realizadas por el gobierno. Estas campañas pretenden eliminar la pobreza suprimiendo a los pobres. Por otro lado, el Fondo para la Población de las Naciones Unidas (FPNU) propuso al gobierno mexicano negociar una parte de su deuda externa a cambio de poner en aplicación un programa de “Planificación Familiar”.

El representante del FPNU en México afirmó que “países como México requieren recursos complementarios, así como el apoyo decidido de las organizaciones no gubernamentales (ONG) locales, nacionales e internacionales y una inversión mucho mayor en Educación y Salud pública”. Existe la posibilidad de una negociación entre los países acreedores y los países endeudados para que una parte de los intereses no pagados sean destinados a los programas anticonceptivos.

No es descabellado que millones de personas se unan al “Plan de Planificación Familiar” por su libre decisión por ligazón de trompas, por la vasectomía y por procedimientos médicos contrastados y gratuitamente aplicados. La alternativa es la desaparición de gran parte de la humanidad por la insoportable progresión exponencial desde los 7.300 millones de personas que ya hacemos inviable nuestro planeta.

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