Jueves 01 de enero de 2015
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Cada año renace la esperanza, cuando vienen a nosotros pequeños angelitos, vestidos de ilusión arropados con ternura y con un obsequio de sonrisas y gracias, que van llenando de alegría nuestro día a día, entonces olvidamos el cansancio, olvidamos el ajetreo, queda atrás cualquier disgusto, que se borra cuando ese pedacito de cielo, ese rayito de sol que es nuestro pequeño, nos abre sus bracitos y con un destello de alegría en sus ojitos nos reconoce y nos murmura un monosílabo... ¿maa...? ¿aco...? gu gu..., etc. y entonces, en silencio, damos gracias Dios por la gran bendición de tener un bebé.
Fuente: LA PATRIA