La nominación de los candidatos para la gobernación, asambleístas, alcaldía y concejales hoy llega a su fin por las definiciones que deben asumir los operadores de los partidos políticos y las coaliciones que aparecen para capturar el poder regional que no significa otra cosa que ganar las próximas elecciones.
Muchos son los nominados pero pocos serán escogidos, porque la torta por más grande que parezca no podrá satisfacer la expectativa que tienen todos los ciudadanos que quieren adjudicarse la conducción del gobierno departamental o el gobierno municipal, que en definitiva resultan ser las estructuras del manejo del poder regional.
Todos los frentes que pretenden terciar en las elecciones departamentales y municipales buscan caras nuevas para conquistar el voto ciudadano; entre los propuestos existen ciudadanos de meritoria trayectoria, algunos audaces y otros arribistas, así como los reciclados o metamorfoseados que cambiando de discurso y de frente político ahora quieren presentarse como artífices del desarrollo departamental, siendo así que cuando tuvieron la oportunidad, no hicieron nada por Oruro.
La realidad electoral se complica y es cada vez más enmarañada por la actitud que asumen los responsables de los frentes o coaliciones que en definitiva son los “dueños” de las decisiones, menospreciando incluso la límpida trayectoria de personalidades orureñas que bien podrían definir una candidatura y asegurar un triunfo partidario. Esos operadores permiten que el ego y la soberbia se impongan por tener algunos de los interesados en ocupar un cargo público, mayor posibilidad de financiar las campañas, dejando atrás la meritocracia, que ahora resulta ser base fundamental para designar al titular municipal.
Resultado de ese maniobrar personal antes que partidario se debilitan las candidaturas, porque al no existir acuerdo entre los propuestos y sus agrupaciones que los postularon en un principio, aparecen cada vez más interesados en copar los curules y cada uno con frente o coalición propia, lo que dispersará el voto y será difícil llegar a una elección de unidad y consenso para asumir un trabajo responsable como propuso uno sólo de los candidatos, sin que empero haya sido escuchado menos respaldado.
La realidad que se vive en Oruro es interesante, puesto que hasta viejos políticos aparecen ahora en la arena electoral, buscando el respaldo ciudadano y se cobijan en frentes partidarios o las coaliciones contrarias a la línea ideológica que sustentaban cuando antes ejercieron la función pública o se desempeñaron como dirigentes partidarios. Esos cambios y vaivenes político-partidistas plantean serias interrogantes a la población que cuestiona el transfugio o cambio de tendencia ideológica por conseguir un puesto en la administración departamental o municipal.
Lo lamentable es que hasta la fecha ninguno de los candidatos haya presentado un plan o programa de gobierno para la administración departamental o municipal, pretendiendo que la población opte por alguna candidatura sin saber cuál de las propuestas es la más interesante para llevar a cabo, puesto que las autoridades por lo general nos acostumbraron a hacer más de lo mismo. Vale decir, seguir ejecutando los mismos trabajos y obras inconclusas de sus antecesores, siendo así que antes de ser elegidos fueron duros críticos de ese accionar de las autoridades de turno.
Una candidatura sin propuesta no sirve, porque ninguna autoridad después rinde cuentas de su trabajo, al no haber asumido la responsabilidad de ejecutar proyectos y llevar a cabo planes de desarrollo que deben garantizar un crecimiento sostenido y sustentable de la región, además mejorar la calidad de vida de la población. Ojalá no tengamos más de lo mismo y los candidatos sean personas idóneas, con reconocimiento ciudadano y lo que es más, con pleno y total compromiso para trabajar por el progreso y desarrollo de Oruro, lo demás son actitudes oportunistas y de permanente usufructo de la cosa pública.
(*) Periodista
lapalabraencarnada@bolivia.com
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