Considerando que la formación física es parte fundamental de la responsabilidad profesional de policías y militares, está en proceso de aplicación una determinación que podría frenar el ascenso de grado de los uniformados que descuiden su imagen corporal y su capacidad de motricidad física sin problemas.
Por lo menos eso se desprende de críticas surgidas contra algunos efectivos uniformados que muestran sobrepeso llegando en algunos casos a obesidad que distorsiona la figura de “bien plantados” policías y militares.
Entre algunas de las críticas a los uniformados se consignan comentarios contra policías excedidos en kilos que no pueden cumplir sus labores de forma adecuada, especialmente cuando se trata de correr tras delincuentes o para dispersar tumultos, claro está se trata de tareas que cumplen efectivos de bajo rango, y en el caso de las FF.AA., los conscriptos, entre estos últimos imposible encontrar “soldados gordos”.
El hecho es que hay uniformados, de cierto nivel, que realmente están con muchos kilos de más, pero se trata de personal jerárquico y que cumple labores administrativas y/o educativas, no específicamente de instrucción, nivel en el que la condición física es una exigencia.
El tema visto con las características de objetividad tiene en verdad una razón de cumplimiento si se trata de efectivos en tareas específicas de control y seguridad, mayormente encomendadas a policías en ciertas misiones con personal de élite, es decir extremadamente bien preparados. Para esos casos de manera natural el control tiene efecto de orden y responsabilidad personal.
Para los otros niveles, y especialmente aquellas que se desarrollan en las actividades de mando superior desde escritorios y en oficinas, los kilos de más son notorios cuando los uniformes se ponen estrechos y hay necesidad de renovarlos de acuerdo al volumen físico de los jefes uniformados, más que todo estrategas en las tareas operativas que deben cumplir espigados funcionarios de trabajo cotidiano y de intenso movimiento.
Para ciertas autoridades, defensoría del pueblo por ejemplo, el hecho de amenazar a los uniformados con frenar ascensos de grado por tener algunos kilos de más, constituye una violación a derechos personales, considerando que en algunos casos, esos kilos pueden ser efecto de algunas complicaciones de salud y no precisamente de un descuido de la imagen corporal.
El asunto tiene una serie de connotaciones especiales, entre algunas, el factor sedentario de algunos oficiales, hay quienes dicen que influye un descontrol en la dieta diaria, no falta el comentario sobre el buen vivir de los uniformados de rango superior, pues los de otro nivel no gozan de exquisiteces cotidianas, pero está también contemplado como factor negativo la falta de ejercicio y no porque los policías y militares se resistan a cumplir esa actividad, sino porque en ambos casos carecen de gimnasios adecuadamente implementados con todos los equipos necesarios para una buena preparación atlética.
Hay una serie de incongruencias que salen a flote cuando se trata el asunto de manera más directa para el análisis, al punto que se habla de ironía cuando se debe exigir a un sector de servicio directo a la comunidad que baje de peso, mientras otro del mismo ramo se alimenta con raciones reducidas, en cantidad y calidad nutricional.
De todos modos una crítica y sugerencia presidencial ha motivado que se tomen algunos recaudos sobre la materia, que en todo caso no deben vulnerar los derechos ciudadanos de uniformados, policías o militares en su gradación profesional.
Fuente: LA PATRIA
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