Día del Minero en un año de restricciones

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Por supuesto que los hechos históricos no pueden pasar desapercibidos y la fecha del 21 de diciembre de 1942, tiene especial significado para los mineros bolivianos, recordando el luctuoso suceso que ese día se produjo en Catavi, con la muerte de muchos trabajadores que ofrendaron sus vidas en defensa de una causa justa, mejores condiciones de vida, con salarios justos y condiciones apropiadas para una vida justa de sus familias que también enfrentaron entonces a las fuerzas militares que tenían órdenes de “liquidar a los sindicatos obreros de las minas”.

De ese enfrentamiento desigual, alevoso en su objetivo, sobresale la figura de la mujer, María Barzola que envuelta en una bandera boliviana enfrentó a la metralla fratricida, derramó su sangre, demostrando la valentía de su sector, ese que diariamente sufre con los avatares de la sacrificada vida de los mineros, que con ese trabajo ya dejan parte de su vida en los oscuros socavones de las minas bolivianas.

Muchas son las acciones que se produjeron en el país, precisamente contra la clase minera. Se recuerda la masacre de San Juan en junio de 1967 y la secuencia de varios golpes de Estado que casi siempre fustigaron con dureza a los mineros y sus familias.

Se han erigido monumentos que testimonian la valentía de los mineros y perennizan el recuerdo de su permanente voluntad de trabajar y defender su derecho a vivir en mejores condiciones, con seguridad, con equidad, con justicia y en libertad.

Este año la fecha no puede pasar desapercibida de ningún modo y la ocasión es la más propicia para elevar la voz de los mineros en pos de soluciones a la crisis del presente, la coyuntura de los precios bajos y la necesidad de encarar verdaderos planes de reestructuración del sistema productivo, disponiendo claras reglas de juego a través del reglamento de la Ley Minera, la conclusión de su escala tributaria y las medidas conexas a facilitar y garantizar opciones para inversiones que muevan nuestra minería en función de concretar nuevos emprendimientos, tras planes objetivos de prospección y exploración.

La minería nacional requiere una fuerte dosis de certidumbre primero y como efecto de un proceso de avance seguro se impone el apoyo financiero que fuese necesario para concretar los proyectos que, hoy por hoy, están por mucho tiempo en fase de observación, algunos fuera de cronograma productivo otros y los de nueva alternativa sin las condiciones adecuadas para su desarrollo.

El mejor homenaje a los trabajadores mineros, se dará con hechos prácticos, políticas de emprendimiento con sólidas bases técnicas y administrativas bajo el control y la supervisión de profesionales y expertos en la materia, eliminando todas las condiciones de improvisación que mucho daño le hacen a la minería.

Hay promesas que están dispuestas como cartas sobre la mesa que deben jugarse con premura, la reestructuración de la Comibol, el desembolso de recursos a través de fideicomisos, la aplicación práctica de la Ley y su reglamento y la definición del sistema tributario minero, aspectos que de no aplicarse mantendrán una enorme duda en los sectores que promueven y definen las grandes inversiones, aquellas que actualmente están impulsando la minería de los países vecinos, en franca competencia y desmedro de la nuestra.