La llegada de la Navidad es la celebración del nacimiento del Hijo de Dios, para adecuarnos en la festividad es la llegada del Niño Jesús, la parte más importante de la tradición cristiana y la devoción católica.
Es un tiempo brevísimo entre una noche buena y el día mismo de la Navidad, para los niños es el tiempo de sorpresas y de satisfacer sus pedidos, sus deseos, casi siempre de esperar un juguete, una prenda de vestir, una golosina y naturalmente el cariño de quienes lo rodean.
Para los jóvenes la fiesta no deja de mantener esa idea de niño de esperar los regalos deseados, para unos que se entregan en la misma noche y para otros al despertar en la mañana navideña. La idea de los juguetes cambia por lo menos en este tiempo, por aparatos electrónicos, desde un celular moderno o una tablet, algún equipo de distracción digitalizado…en fin…las cosas cambian con el tiempo, pero sólo algunas, las estrictamente materiales.
Para los adultos la Navidad es el reencuentro de la familia en torno al nacimiento, al pesebre, al arbolito de navidad es la reunión de los seres queridos, el gusto de observar la alegría de los niños, la sonrisa de los jóvenes y sentir la gratitud de todos en un conjunto de armonía y una conjunción familiar de buenos deseos y de agradecimiento al Divino Hacedor.
La celebración navideña es búsqueda y encuentro de buenos propósitos y mejores intenciones, por eso es que la paz programada en la fiesta de Navidad sólo se conseguirá cuando la humanidad norme su existencia en base al amor y sobre todo al reencuentro con Nuestro Creador, Él dará al hombre la luz del entendimiento y la comprensión.
Debemos por todos los medios vivir en paz con uno mismo, paz con la familia, con la sociedad, paz entre los pueblos y las naciones del mundo y sobre todo vivir en paz con Dios. Ese es el deseo común, cuando se participa del nacimiento del Niño Dios.
Este tiempo de Navidad es el más propicio para la reconciliación, es la parte que más preocupa a los adultos, tras la felicidad de los niños, esta es una fiesta para olvidar agravios, para enmendar errores, para devolver gentilezas, pero sobre todo para recordar el sentido humano de ese maravilloso hecho del Nacimiento del Niño Dios que sirve para profundizar las acciones concretas de fraternidad y solidaridad.
Sin embargo los cambios del presente anulan la belleza de las celebraciones navideñas de antaño con chocolate y buñuelos, con los regalos al pie del nacimiento, con oraciones y villancicos. La globalización y la irrupción de fuertes condiciones de predominio económico han roto el encanto de la Navidad cuyo sentido más propicio fue siempre la adoración a la imagen de un Niño en su pesebre, lo que se ha convertido ahora en una idolatría por otros elementos y una competencia entre quienes hacen gala de cierto poder sólo con afanes ególatras y mercantilistas.
Hay necesidad de recobrar el sentimiento de paz y amor que tiene la verdadera Navidad, es necesario que los hechos que se han producido en nuestro país, nos hagan recapacitar sobre el horror de la injusticia, esperando que los signos de la verdad, el amor y la comprensión achiquen la brecha entre pocos privilegiados y muchos empobrecidos.
La paz social sólo se alcanzará con justicia y equidad, con amor, paz y sinceridad todo en pos de felicidad.
Fuente: LA PATRIA
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