Miercoles 17 de diciembre de 2014
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En días más, viviremos la Navidad, el recuerdo del nacimiento de Jesús en un pesebre de Belén, un día en que Dios envió a sus ángeles con el mensaje: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”.
Ese mensaje lo hizo realidad Nuestro Señor Jesucristo al predicar los Evangelios que son básicos para la vida del ser humano, para renovar propósitos de unidad, armonía, paz y amor entre los hombres. Un mensaje que no siempre es entendido por el ser humano debido a su soberbia, mal congénito que lo acompaña siempre y que sólo con fe, sentido de bien común, amor y armonía es posible superar.
La Navidad es festividad religiosa rememorando el acontecimiento que dio inicio a la salvación de la humanidad porque Cristo, desde su llegada con la grandeza que da la humildad, mostró que el hombre puede y debe vivir en paz y armonía, espacios en los que haya respeto y concordia entre todos.
Cristo, al ser el Hijo del Creador, lo ha representado en la Tierra con la grandeza que dan el amor y la humildad; ha mostrado que los mandamientos del decálogo entregados a Moisés son normas que el hombre debe cumplir para contar con paz y unidad, para hacer del amor y la concordia sus mejores medios de vida.