Viernes 12 de diciembre de 2014
ver hoy
¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...
La observación de todos los expertos, con algunas variantes en lo que atañe a las circunstancias propias de impulsar este nuevo rubro de la industrialización de nuestras materias primas, coinciden en que se trata de un momento especial por el que atraviesa el país habiendo dado otro paso adelante en transformar nuestros concentrados de minerales y convertirlos en metales con valor agregado presentándolos como lingotes.
Es el sueño que se cumple, pero no es nada más que la fase inicial de un largo y costoso proceso para alcanzar realmente esa industrialización que nos permitirá utilizar nuestra materia prima lista para un proceso de transformación en una variedad de productos que actualmente los importamos de países vecinos, algunos inclusive que no tienen tradición minera y metalúrgica, pero que han consolidado industrias estables utilizando nuestras materias primas.
Los primeros aprestos de fundición de nuestros minerales correspondió, como ya lo explicamos en otras ediciones, a visionarios empresarios orureños, el caso de la Familia Peró que logró los primeros lingotes de estaño, la necesidad de aumentar esa producción consolidó la erección de la primera Empresa Nacional de Fundiciones (ENAF) sello que hasta ahora garantiza la producción de la Empresa Metalúrgica de Vinto. Pero el estaño metálico sirve desde hace muchas décadas a las industrias de países asiáticos, europeos y de Norteamérica, también a otros latinoamericanos que nos venden sus productos como quincallería, toda una vasta línea de ferretería que ya es tiempo de que podamos producirla directamente.