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Jueves 11 de diciembre de 2014

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Ecológico Kiswara

Acogedor y cálido vergel en el comedor de la familia Fuentes

11 dic 2014

Fuente: LA PATRIA

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Es privilegio de la familia de Rodolfo Fuentes y Magda Gutiérrez gozar de un acogedor y cálido vergel para compartir a diario el almuerzo hogareño, en medio de geranios, helechos, estrellas del oriente, pencas, hiedras, flores que parecen cholitas y otras especies.

Su vivienda está ubicada en la calle Lira, entre La Paz y Vásquez, en cuyo interior posee dos jardines. En uno de ellos hay tiernos árboles de ciruelos y damascos, además de malvalocas, cactus, rosas y diminutas flores que crecen en medio del pasto. El otro, cubierto con techo de policarbonato, donde crecen varias flores de salón. Según cuenta su propietaria Magda de Fuentes, en años anteriores tenían árboles que producían abundantes cantidades de damascos, lo que les permitía compartir su cosecha con los vecinos.

“Aquí almorzamos cada día, es lindo compartir en medio de la naturaleza. No tenemos nada que envidiar a otras ciudades, decidimos poner un techo de policarbonato a nuestro patio y las plantitas solitas hicieron lo suyo. Yo desde niña amo las plantas, mi mamá me crió así”, comentó, entre tanto acariciaba a su mascota, una perrita enana de raza Schnauzer bautizada como “Negrita”.

“Las plantas parece que entienden, una vez las rosas crecieron mucho y quise botar la planta que no tenía flores y de un momento a otro las flores comenzaron a brotar”, afirmó.

Su cariño por la naturaleza hizo que aprovechando sus viajes traiga cactus de Sabaya, y una variedad de gajos de especies cultivadas en Cochabamba, que con facilidad “prendieron” en suelo orureño.

MASCOTAS

Sus mascotas, las perritas “Negrita” y “Doka” y sus conejos angoras “Gunter” y “Tinka” “… todos de apellido Fuentes Gutiérrez” -dice su dueña y se ríe-, completan la alegría de la familia, aunque todavía guardan algo de nostalgia por su otra perrita que también se llamaba “Negrita”. “Era muy juguetona, se lo hicimos un arco y ahí jugaba con pelotas. Cuando murió quisimos enterrarla junto a sus pelotas, pero no se pudo y ahora conservamos esos juguetes como un recuerdo”, mencionó Magda Gutiérrez.

Los mansos conejos viven en una jaula, hasta donde llega el inquieto Johanes, nieto de la familia, para acariciarlos y darles de comer alfa alfa y verduras.

Fuente: LA PATRIA
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