El proceso electoral al que recientemente asistimos los bolivianos nos deja una especie de sinsabor, escepticismo y hasta hastío de lo que podría considerarse como un espectáculo nada producente, dado el bajísimo nivel de las propuestas por parte de los candidatos y lo anunciado de la consabida “victoria” oficialista.
De esta manera, la democracia que fue reconquistada en 1982 y que a partir de entonces desarrollábase con promisorios resultados, mostrando un crecimiento digno de respeto, admiración y emulación en la institucionalidad política de Bolivia –germen de todo progreso nacional– en cuanto proceso histórico en el cual, por ejemplo, reformóse la Constitución alargando el período constitucional del Presidente y Vicepresidente de la República de 4 a 5 años durante el primer gobierno del presidente Sánchez de Lozada y que obviamente dicho alargue no podía y en efecto no afectó al período en el cual se lo propició, constituyendo muestra de avance positivo y fortaleza institucional; este mismo proceso que mostró un afianzamiento del Congreso Nacional con positivos resultados de trascendencia en la realidad nacional fue truncado en octubre de 2003.
A partir de entonces, Bolivia se halla en una especie de “statu quo” en lo referente a su esencia misma como Nación y a su verdadero crecimiento y prosperidad que no es lo mismo que crecimiento meramente material el cual, además, o sea el material, fue labrado poco a poco en el período miso de institucionalización democrática y republicana de que hablamos. A tal grado es cierto esto, que el año 2003, el gas boliviano que no se enajenaba en la magnitud en la que hoy se lo enajena empero que sí existía en el subsuelo, hallábase a punto de estallar, por decirlo así, esperando una planificada y prudente explotación, la cual constituiría un crecimiento ostensible en los ingresos del Estado boliviano. Esta explotación fue evitada por el “Movimiento Al Socialismo” (MAS) de Evo Morales y esa misma explotación, aparentemente –existen sólidos fundamentos– sin la previsión requerida, fue consumada por la misma agrupación del actual Presidente de Bolivia.
¿Por qué se nos presenta así el reciente proceso electoral? Porque nadie ha expuesto los problemas fundamentales que hoy afectan a Bolivia. Porque nadie ha levantado la bandera de la Nación con todo lo que esto importa o sean los atributos éticos y morales que la constituyen, además de la correcta y por ende sana vida institucional y republicana del país. Porque nadie ha tocado temas de fondo, ni siquiera el momento crucial y azaroso por el cual atravesamos en la cuestión del Pacífico. Por todo esto el reciente proceso electoral, en el cual los candidatos limitáronse a la especulación aritmética, se nos presenta así de pobre.
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