A lo largo de la educación las evaluaciones han sido siempre complejas y relativas, pero no como lo es ahora. En la ley 070 (Elizardo Pérez-Avelino Siñani), señala que la evaluación es holística, ya que toma en cuenta las cuatro dimensiones: ser, saber, hacer y decidir; además es transdisciplinaria y articulada porque responde a las inquietudes, necesidades, de la comunidad, para la transformación del país.
Lamentablemente en la práctica las situaciones evaluativas responden a un modelo estrictamente cuantitativo propio del capitalismo.
Los maestros y maestras siempre hemos tratado de acomodarnos a las políticas evaluativas de las tantas reformas educativas, muchas de las cuales han sido copias de otros países, en fin el maestro o maestra al final tuvo que apropiar las imposiciones a pesar de reclamos, marchas y huelgas que en algunos casos prosperaron.
Actualmente este sistema cuantitativo y cualitativo también está dentro de la ley 070, cuando se instruye calificar en un rango del 1 al 100. Los registros de los docentes manifiestan las cuatro dimensiones: el ser, saber, hacer y decidir, (el ser, decidir ponderados cada uno 20 puntos; en saber y hacer ponderados a 30 puntos también cada uno), se encuentra en cada asignatura y obviamente en cada bimestre, por ejemplo el SER, contiene varios indicadores, pero acá sólo nos referiremos a los mínimos que son de cinco, incluido el promedio de la dimensión y multiplique por las cuatro dimensiones son en total 20 notas cuantitativas y estos 20 lo multiplicamos por los cuatro bimestres son 80 números por estudiantes en una sola asignatura, luego multiplique por todas las asignaturas y este por los cuarenta o cincuenta estudiantes en cada curso, imagínese tanto número. Para que luego en el boletín de fin de gestión solo contiene los promedios de cada bimestre con su cualitativo correspondiente, definitivamente los registros contienen más papeles con números.
Esta forma de realizar notas y promedios con cuantiosos números continúa pues una evaluación como medida propia de la educación moderna colonial. La educación a partir de este detalle continúa de manera cuantitativa, claro que la computadora coadyuva y no así en el manuscrito. En esa abundancia se pierde la esencia evaluativa inútilmente, que también afecta al desarrollo de clases.
En nuestros días se va hablando de una evaluación de transformación social cualitativa, así se manifiesta en la misma ley vigente. Porque nos encontramos amparados en una educación sociocrítica holística, donde señala: “la evaluación fundamentalmente se establece bajo criterios que permitan apreciar la transformación de las y los estudiantes y las prácticas que se estén desarrollando bajo el horizonte del proceso de transformaciones del país. En otras palabras, la evaluación tiene sentido si valora los procesos de constitución del nuevo sujeto que nuestro proceso está generando”.
Sensiblemente dentro de esta medida cuantitativa no se va a transformar, es un desperdicio. Por ejemplo en secundaria por una asignatura existe reprobación de acuerdo a la ley, pero en primaria, no se contempla la reprobación normativamente (otro tema de que hablar), entonces la pregunta ¿para qué tanto número? Los maestros siempre hemos evaluado a partir del desarrollo integral del estudiante es decir en todo su sentido holístico, ahora los registros de los docentes se han convertido en un dilema.
En nuestros días permanentemente escuchamos decir “Cuidemos el medio ambiente”, con abundantes notas hacen que se gaste más papeles para la evaluación en los registros, es ir contra la naturaleza, (segunda incoherencia), también se gaste más tinta, afectando al bolsillo de los docentes, lo que es peor, algunos directores exigen calificar más de cuatro indicadores en cada dimensión.
¿Para qué más notas? Cuando sabemos que el documento de fin de gestión lo va a resumir en dos planas y el confuso padre de familia frente a este tipo de evaluación, solo atina a preguntar: _¿pasó de curso mi hij@?
Ojalá se revise esta aberración y se manifieste la evaluación en su verdadera esencia holística. En mi modesta experiencia propongo que la evaluación sea íntegra y no separatista, sugiero unir las cuatro dimensiones y no disgregar con cuantiosas notas. Con respecto a la autoevaluación debe ser referencial y por campo, por su parte la evaluación cualitativa se sujetará mejor a la evaluación cuantitativa.
(*) Lic. Ciencias de la educación
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