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Domingo 07 de diciembre de 2014

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Cultural El Duende

Pedro Lastra

07 dic 2014

Pedro Lastra. Chile, 1932. Poeta y escritor. Ha publicado: La sangre en alto (1954); Traslado a la mañana (poesía, 1959); Y éramos inmortales (poesía, 1960); Muestra de la poesía hispanoamericana actual (antología, 1973); Antología del cuento chileno (Grecia, 1974); Noticias del extranjero (poesía, 1998); Conversaciones con Enrique Lihn (2009); Antología crítica de Julio Cortázar (1981); Cuadernos de doble vida (1984); Relecturas hispanoamericanas (ensayo, 1987); Asedios a Oscar Hahn (1990); Leído y anotado (ensayo, 1998); Invitación a la lectura (ensayo, 2001); Canción del pasajero (poesía, 2001); Obras selectas (2008); Diálogos del porvenir (2010); Baladas de la memoria (2010).

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Datos personales

Mi patria es un país extranjero, en el Sur,

en el que vive una parte de mí

y sobrevive una imagen.

Hace tiempo, el país fue invadido

por fuerzas extrañas

que aún siento venir en las noches

a poblar otra vez mis pesadillas.

Yo vivo también en un país extranjero

en el cual me dedico

a inocentes e inútiles tareas,

y en el que seguramente moriré

a la hora señalada,

como suele ocurrirle a la gente

en lo que llaman su propio país

o su país ajeno, pues no hay sino distancias

mayores o menores de frontera a frontera,

con líneas divisorias que uno mismo dibuja.

A veces yo recuerdo el país en que nací

y veo como siempre

sucesivos fantasmas

entre los cuales fui uno más, por un tiempo

que me parece muy largo y muy rápido,

ahora reducido a simples años luz en la memoria

de una tarde en un parque,

una conversación en un bar o en la esquina

de una calle cualquiera

por la que pasan sombras de pájaros,

voces indescifrables.

En tales ensoñaciones se van uno a uno mis días,

sin hacer nada que me encomiende a la posteridad.

Plaza sitiada

Rumores y espejismos me distraen

mínimas cosas

¿o es el temor la causa de esas figuraciones?

Tal vez debiera regresar

a compartir la suerte de los míos

en la plaza sitiada

(muy pocos días

han de necesitar ya los enemigos).

Dentro o fuera es igual:

en el viejo escenario casi desbaratado

yo tendré mi papel como sobreviviente.

Presencia del amor

EL tiempo del amor es el presente

el presente que todo lo contiene

la aparición real de tu alma y tu cuerpo

lo ilusorio de ti

tu encantamiento

también tu lejanía

a veces solo un nombre

y una voz que yo escucho claramente a mi lado}

¿es un sueño es un pájaro o el rumor de una fuente?

y aunque estés o no estés

sueño y pájaro y fuente

han detenido el tiempo

como en la vieja escena

contada en una fábula.

Gran desdicha tu ausencia

que yo procuro en vano conjurar

como ves

con pobres artes de imaginación

la pequeña moneda que le es dada

al hombre solitario

que te hace vivir en su memoria

como a una gacela perdida en el bosque

y encontrada en la noche del regreso:

porque fuiste quien eres de una vez

en una hora

de esplendor no abolido

una hora que siempre es el presente

y es todos los momentos

como tú

siempre igual a sí misma.

Carta nocturna

Recuerda, pues, recuerda

que a la vuelta de las estaciones

tú serías mi principio de realidad,

y no hubo estaciones ni regresos,

solo figuras entrevistas y sentidas por un durmiente,

un ir y venir de días a lugares

cruzando esas arenas movedizas

sin temor ni alegría.

Adagio

¿Cómo llegué hasta aquí?

Veo muertos

que alimentan la lluvia:

es su trabajo.

Solo yo ignoro el mío en este valle

de arenas corrosivas

que el agua lleva y trae

lentamente,

y destruyen la casa

en donde sigo inmóvil

escuchando

el rumor de allá afuera:

no me deja dormir,

tampoco recordar

o saber

cómo llegué hasta aquí,

cómo puedo salir.

El sol, autor de representaciones

No éramos inmortales, me decía

mientras iba de regreso a la cas

por caminos que son

contra toda nostalgia

una parte de mí:

y entonces recordé

a una muchacha vestida de oscuro,

muchacha de los Andes

cuyo nombre casi había olvidado.

Recordé a esa muchacha y la escena perdida

para vivir de nuevo

y saber de una vez lo que sería

la caída del sol

junto a alguien semejante a su sombra.

Y eso fue todo, creo:

sol del atardecer,

sombra de la memoria.

Para tus amigos: