Lunes 08 de diciembre de 2014
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Einstein dijo: “¡Los átomos que nos parecen materia son una concentración de energía!”. Y Max Planck aclaró: “Toda la materia se forma y se mantiene sólo gracias a una fuerza, que mantiene al átomo como al más diminuto sistema solar. Debiendo suponer tras esta forma de energía a un Espíritu consciente e inteligente. ¡Éste es el origen primario de la materia!, en el fondo todo es Espíritu”.
Las consecuencias de estas investigaciones son innegables, superan no sólo la visión materialista del mundo, sino que ponen en duda la visión de la Iglesia, de que Dios se retiró a una distancia inalcanzable, separando al Espíritu Creador de Su universo, que reserva el alma y el espíritu a los seres humanos, mientras plantas y animales son materia de calidad inferior.
Si Dios actúa en cada molécula, en cada planta, en cada animal y en cada ser humano, se plantea la pregunta si el menosprecio a los animales en la Biblia puede ser la Palabra de Dios. Para aquel que cree en el Dios creador es inimaginable creer que El quiera que se trate a Sus criaturas con el desprecio que se nos ha enseñado durante estos 2000 años.