El futuro de la minería en Bolivia está “librado a su suerte” y no hay perspectivas de crecimiento y desarrollo ante la ausencia de prospección y de inversiones para explotar potenciales yacimientos que fueron identificados pero no cuantificados.
La preocupación nace por ausencia de una política minero-metalúrgica que no necesariamente debe estar contenida en el nuevo Código Minero, que tampoco se puede aplicar por la demora en la reglamentación del instrumento normativo, con el que se pretende regular la exploración y explotación de los recursos mineros no renovables.
No contar con un plan operativo que resulta ser la “política minero-metalúrgica” es no saber direccionar el rumbo de la minería boliviana, lo que supone que, por mayores esfuerzos que realicen los productores mineros del sector privado, cooperativizado y las empresas estatales, no habrá mayor producción de concentrados para exportar.
Esa falta de incremento en la producción de minerales que obligadamente se exporta como materia prima, porque tampoco llegó a la etapa de la diversificación la minería en Bolivia (mientras se espera la instalación de un nuevo horno estannífero en la Fundidora Nacional y se licitó con agrandada paciencia la construcción de una refinería de zinc), el país no tendrá más ingresos porque no generará divisas ante la falta del pago de regalías mineras.
La situación para las regiones productoras mineras de Oruro y Potosí será insostenible, tal el caso de Oruro, donde la Empresa Minera Inti Raymi, efectúa el cierre de operaciones y dejó de producir oro y la Empresa Metalúrgica Vinto, ahora dependerá de la gubernamental Corporación Minera de Bolivia y dejará de tributar en Oruro, todo eso al parecer para hallar una “solución” al tema de la deuda que tiene la fundidora por la entrega de concentrados con la Minera Huanuni.
A eso se suma la baja de la cotización internacional en el precio de los metales, lo que obliga a los ejecutivos de Huanuni, “aplicar ajustes” para cubrir sus costos operativos, al extremo que los trabajadores renunciaron al incremento salarial de esta gestión y al parecer también aceptarían que no les cancelen el doble aguinaldo.
La crisis minera es amenazadora y no hay autoridad que pueda frenar ese proceso que se ve venir y parece irreversible, tomando en cuenta que mientras el Ministro de Minería está empeñado en realizar la inversión “mínima” de 70 millones de dólares para desarrollar una política exploratoria agresiva en Bolivia, nuestros vecinos en el Perú piensan “en grande” –a través de la inversión privada mexicana- y prevén inicialmente invertir en Tacna en un proyecto de expansión de la mina Toquepala 1.200 millones de dólares para una operación que permitirá aumentar la producción a 100.000 toneladas de cobre al año, además de obtener otros productos.
Esa relación muestra que cuando hay inversiones planificadas se puede pensar en grande, mientras que Bolivia, teniendo la característica de ser desde siempre una región minera e incluso hasta hace pocos años monoproductora, no cuenta con una línea de mejora de su producción y productividad en minería, dejando siempre esa responsabilidad a los productores que deben atraer capitales en condiciones desfavorables por la ausencia de seguridad jurídica.
Esa actitud que asume el Estado llama la atención, porque pese a haber realizado el Presidente Evo Morales varios cambios de ministro de Minería en su gabinete, lamentablemente ninguno acierta y se inclina por avanzar en la línea del desarrollo productivo internacional para generar grandes inversiones para impulsar la adecuada explotación de nuestros recursos naturales no renovables, para generar recursos económicos como siempre lo hizo la minería, en este caso para desarrollar la industria petrolera y ahora para el plan gasífero del país.
Otro ejemplo de la atracción de esas inversiones, que resultan ser importantes, pese a tener una muy buena economía, son las firmas chinas que están trabajando en Brasil, donde más de un centenar de empresas realizan importante inversión en minería y energía. No pensar en grande y con una visión macro de nuestro futuro desarrollo, supone seguir siendo un país subdesarrollado, sin mayores pretensiones de crecimiento económico y social, además de estar postergando indefinidamente el progreso de nuestro país.
Ojalá el ministro de Minería ponga sus ojos en los países vecinos donde las inversiones nacionales y extrajeras suman miles de millones de dólares para darle impulso con desarrollo sostenido, sustentable y de largo plazo a su minería, dejando de lado las posturas –dizque ideológicas- al pretender salir solos de una experiencia minera frustrante a otra que podría resultar peor, si no asumimos la gran responsabilidad de proyectar el crecimiento de nuestra minería y su diversificación, para llegar a la etapa de exportar papel estañado y no nuestra materia prima que es el estaño.
(*) Periodista
lapalabraencarnada@bolivia.com
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