Lunes 24 de noviembre de 2014
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Como quien diría y después de contados días en perder una gran mayoría demócrata en el congreso norteamericano, arrebatado a su vez por el conservador partido republicano que desde enero de 2015, asume la hegemonía tanto en la Cámara de Representantes cuanto en la Cámara de Senadores, no le quedaba otra que “de un plumazo”, promulgar y firmar la Ley Inmigratoria que favorece a más o menos cinco millones de ciudadanos inmigrantes en su mayoría latinoamericanos, de once millones que residen en forma ilegal en Estados Unidos de Norteamérica. Aproximadamente hace tres décadas, es decir, casi desde mediados de 1990, se había iniciado un movimiento inmigratorio dando los primeros pasos y lanzando globos de ensayo analizando hasta dónde podía avanzar y prosperar esta desesperada solicitud, puesto que la política de deportaciones, afectando a miles de indocumentados, perjudicó en especial a los hijos de los inmigrantes quedándose y permaneciendo prácticamente huérfanos en territorio norteamericano mientras que sus padres o progenitores eran expulsados retornando a sus países de origen y esto ha ocurrido hasta hace pocos días. Ahora cambia completamente la figura en todos los Estados de la Unión a favor de millones de inmigrantes y sus hijos nacidos en tierras norteamericanas.
