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Domingo 23 de noviembre de 2014

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Cultural El Duende

EL MÚSICO QUE LLEVAMOS DENTRO - Responsable: Gabriel Salinas Padilla - Cartografías de la música Boliviana III

¿Un Boom de la música Folklórica boliviana?

23 nov 2014

Gabriel Salinas

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Como escribimos en la entrega anterior, el fenómeno de la peña Naira en La Paz, tendrá repercusiones importantes a nivel nacional, en el consumo de la música folklórica boliviana. En la segunda mitad del siglo XX, confluyen diversos factores en el proceso boliviano, en lo que se refiere a la producción cultural, el influjo del 52 en la consolidación de un estado nacional, y la consecuente construcción de una identidad nacional, es un antecedente fundamental. Con posterioridad el fenómeno de Naira, y su relación el boom de la nueva música chilena que se ha denominado “neofloklore”, cuenta como un segundo elemento de gran influencia, sin embargo, no buscamos definir un análisis de acuerdo a la idealización de uno u otro epígono, reconocemos que las dinámicas culturales son más complejas, y articulan diversos elementos, como la misma vida cotidiana. De este modo, lo que señalamos como una modernización de las formas de producción y reproducción de la música folklórica boliviana, constituye un fenómeno difuso, e igualmente importante para el proceso que estamos delineando a grandes rasgos. Esta modernización que permitirá la consolidación y expansión de la industria cultural generada alrededor de la actividad de Naira por una parte, y por otra, alrededor de los diversos circuitos de consumo que se extienden por todo el país (apoyados por radiodifusoras que ampliaron el número de consumidores culturales), nos permite aproximarnos de algún modo, a los intrincados procesos de la vida cotidiana que repercutieron en una especie de Boom de la musi9ca folklórica boliviana, en la década de los 70.

Ahora bien si hablamos del consumo cultural, debemos reconocer que este no se puede pensar como un espacio aislado frente a los procesos externos al espacio nacional, entonces debemos considerar también, el consumo cultural de propuestas estéticas y específicamente musicales, que provienen de fuera de Bolivia. El caso de Naira nos ilustro muy bien la relación con la producción Chilena, pero recordemos que esta no es la única. En realidad, las dinámicas de consumo cultural serán un factor determinante, en la producción del folklore boliviano del periodo a que nos referimos, es así que por una parte, veremos el surgimiento de diversos grupos de Fusión, donde uno de los ejemplo más notables será el del grupo Wara, al que nos dedicaremos en una entrega posterior.

Sin embargo, lo que nos interesa es resaltar el carácter de la década del setenta como punto de quiebre en la estética que se reconocía como “folklórica” hasta ese momento, y que en gran medida va ser crucial para que desaparezca la línea difusa que existía, entre música folklórica boliviana, y lo que ahora se denomina música autóctona boliviana, que podría comprenderse como la música que desarrollara las estéticas musicales de origen rural, y que en la actualidad posee un espacio propio en la música boliviana, con renombrados músicos como la propia Luzmila Carpio.

Aunque hemos mencionado muy de pasada algunos resultados sobresalientes de este proceso cultural, que ubicamos a mediados del siglo XX en Bolivia en relación al Folklore, nos interesa ahora ver dos casos muy interesantes que en gran medida se va hilar por un aspecto significativo cuyo origen pasa por esta expansión del consumo cultural boliviano del periodo.

Nos referimos a los dos emblemáticos grupos Savia Nueva y Savia Andina, más allá de las marcadas diferencias en las propuestas estéticas y artísticas de estos grupos, vemos en ambos casos una definitiva propuesta política, que a su modo reviste mayor énfasis en el caso del proyecto de los hermanos Junaro, que dialoga con el contexto histórico, y que por supuesto se debe a los “epígonos” que hemos mencionado en los párrafos anteriores.

Por otra parte también podremos observar el despliegue de estéticas relacionadas con la fusión, es decir con el dialogo que se establece con otras fuentes musicales, que provienen del acceso estéticas externas al folklore boliviano. En ese caso vemos como ejemplo paradigmático, las piezas de Savia Andina dedicadas a Mozart o Bach, que en los últimos tiempos se han querido criticar de manera bastante simple, como una alienación de la música boliviana, sin embargo al hablar de dinámicas culturales, tales críticas parecen simples aseveraciones basadas una visión monolítica de la cultura.

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