Domingo 07 de marzo de 2010

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Pudo haber estudiado la carrera de leyes, como uno de sus hermanos mayores que llegó a catedrático y a Ministro de la Corte Superior de Distrito o la medicina como uno de sus parientes colaterales, pero supo atender al requerimiento interior que lo reclama para la docencia, al igual que su hermana María Luisa, también mayor que él, de modo que emprender estudios en la exigente Escuela Nacional de Maestros de la ciudad de Sucre y culminarlos en el no menos respetable Instituto Normal Superior de La Paz, hacia 1954, junto a una pléyade de muchachos que se decidieron por el magisterio no como un seguro medio de vida, sino cual eficiente instrumento de hacer Patria.
Los Selaya Rodríguez constituyen de siempre en la ciudad de Oruro aún tradicional familia que dio galardonados, profesionales académicos y educadores de notoriedad y hasta una monja, quien casi nonagenaria cumplió su ciclo de vida terrenal en la ciudad de Cochabamba, al finalizar el pasado siglo.
El Profesor Carlos Selaya Rodríguez inició y desarrollo a plenitud su delicado magisterio vocacional de formador y encausador de espíritus juveniles en su tierra natal hasta alcanzar la jubilación, pero no como un docente más sino como uno de “antes”, de aquellas generaciones de egresados de las Normales de Sucre y La Paz, quienes hacían suyos los problemas d los educandos y contribuían –cuando era posible- a soluciones condignas aun a Acosta de su propio peculio, aparte de las horas suplementarias de trabajo no remunerado pero reconocidas por colegas, padres de familia y estudiantes beneficiarios de sus desvelos para hacerlos hombres de bien.