El Cnl. Bernardino Bilbao Rioja, había conquistado un gran prestigio por su magnífica actuación en Km. 7, en la retoma de Alihuatá, en la gran batalla de Cañada Strongest (en esta acción de armas, el Coronel Bilbao recibió la felicitación más efusiva del General Don Ángel Rodríguez, autor del plan de esa memorable victoria).
Durante todo el año de 1934 como comandante del Segundo Cuerpo del Ejército. Realizó una conducción admirable alcanzando prestigio indiscutible, por eso su nombramiento para la conducción de las tropas en Villa Montes, fue un gran acierto, que tuvo la virtud de detener la marcha del Ejército Paraguayo que avanzaba en forma incontenible. El Cnl. Bilbao, sereno y firme, resuelve resistir a todo trance y derrotar al Ejército adversario. Su decisión inquebrantable de luchar con todas las fuerzas de su alma heroica, se traducen en esta su declaración: Bajo el cielo de Villa Montes, se eclipsarán para siempre las glorias de Estigarribia, y renacerá la fe en la victoria de las armas bolivianas.
Los combates comenzaron el 8 de febrero, intensificándose la lucha entre los días 16 y 21, librándose la última gran batalla el 16 de marzo donde el ejército Paraguayo tuvo grandes pérdidas. Después cesaron los ataques furiosos, el General Estigarribia se convenció de que Villa Montes era una plaza inexpugnable. Y que el jefe que la defendía era un hombre de condiciones militares sobresalientes como se verá después por lo que decidió ya no tomar a Villa Montes como objetivo principal, trasladando el grueso de sus tropas hacia el norte. Cuando cesaron los fuegos en el Chaco y la Comisión de Neutrales promovió una reunión de los Comandos del Ejército boliviano y paraguayo, el comandante de este último país fue durante toda la guerra José Félix Estigarribia, en presencia de los militares neutrales y de los altos jefes de ambos ejércitos saludó y exaltó la recia figura del invicto guerrero boliviano con estas palabras: "Es un honor conocerlo, señor Coronel Bilbao, y felicitarlo por sus merecidos prestigios ganados en los campos de batalla, Dios quiera que ambos trabajemos en la paz, como trabajamos en la guerra".
En claro ejemplo de ingratitud está relacionado con el Gral. de División, y luego Mariscal Bernardino Bilbao Rioja, quien nació un 20 de mayo de 1895 en Arampampa Norte Potosí, y falleció en la ciudad de La Paz el 13 de mayo de 1983; pero al final la justicia se impuso, pues el 3 de abril de 1986 Paz Estenssoro tuvo que promulgar la Ley N° 824, cuyo Art. 1º expresa: "Se reconoce el grado póstumo de Mariscal del Ejército Boliviano al gran defensor del petróleo y la honra nacional, señor General de división Bernardino Bilbao Rioja. El Art. 2º manifiesta: "Instituyéndose el 10 de noviembre, aniversario de Potosí, para que como uno de sus actos programados anualmente, se dedique a honrar la figura del Mariscal del Ejercito Cnl. Bernardino Bilbao Rioja, y perpetuar de esta manera las acciones llevadas a cabo en Alihuatá, Cañada Strongest, Km 7 y Villa Montes, Y otro patriota potosino Cornelio Saavedra que fue primer presidente en la República Argentina".
Honor y gloria a nuestro Mariscal Bernardino Bilbao Rioja, al Cnl. Ángel Ayoroa y los héroes que ofrendaron sus vidas con coraje, valentía, y patriotismo que son los siguientes: General Manuel Marzana Oroza, Mayor Nicanor Jordán, Teniente General Germán Bush, Mayor Ernesto Wende, Capitán Elías Belmonte Pabón, Capitán Víctor Ustáriz, Tte. Rosendo Villa, los hermanos Manchego, Froilán Tejerina, Rafael Pabón, Sof. de Reserva Pablo Gonzáles, y muchísimos otros que escapan a mi memoria.
Y no podía pasar por alto lo siguiente. El comando paraguayo desplegó a 18 regimientos distribuidos en seis divisiones, con un total de 15.000 combatientes. Los ataques paraguayos fueron detenidos sin cambio de la situación. Un cuarto salto paraguayo hizo retroceder cien metros al regimiento Campo. El Comando boliviano ordenó sucesivos contraataques para ratificar la línea fracturada. El regimiento Campos, al volver a sus trincheras, encontró un cuadro glorioso a la vez macabro, los cadáveres de 33 de sus camaradas que no quisieron retroceder ante el cuarto asalto enemigo del 20 de febrero. Eran todos los componentes de la sección del subteniente Félix Méndez Arcos, que seguían empuñando sus fusiles en las posiciones en las que quisieron detener la avalancha del adversario. Cerca de ellos, "a distancias variables de 6 a 8 metros yacían 29 muertos del regimiento paraguayo Corrales" El país necesitaba una inyección de moral. Se le hizo conocer el heroico sacrificio de la que se denominó la "Sección de Hierro". Los restos del subteniente Méndez Arcos, el cabo Valentín Berríos, los soldados Manuel Villca, Manuel María Roncal, Lorenzo Vargas y los demás fueron trasladados al interior de la república para recibir el homenaje de las poblaciones y ser enterrados en los panteones de sus ciudades o pueblos natales.
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