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Domingo 09 de noviembre de 2014

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Cultural El Duende

Razón

09 nov 2014

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Desde siempre el hombre se ha creído capaz de muchas cosas, sobre todo de maldades, pero también de amor, compasión, odio… y razón. La razón prefiere descubrirla cada uno en sí mismo, considerando la de los otros más bien limitada. Razón significa la posibilidad del hombre de comprender y valorar amplios conjuntos de relaciones entre otras cosas, más allá de la mera actividad del entendimiento, y de proceder en eso con cierta objetividad. Según una definición de Kant, tal vez el más razonable de todos los filósofos, la razón es “la facultad suprema de conocimiento”. Kant amaba la razón, pero también señaló sus límites: acerca de todo lo que trascienda el ámbito inmediato de la experiencia humana, la razón solo puede especular; por ejemplo, acerca de Dios, el alma, el principio y el fin del mundo, la muerte y la vida después de la muerte. Los interrogantes que de ello resultan incitan una y otra vez a la reflexión; son, por así decir, el desafío permanente de la razón: “La razón humana tiene este destino particular en una categoría de sus conocimientos: se ve turbada por unas preguntas que no puede rechazar, pues es la naturaleza de la razón misma quien se las plantea, pero a las que tampoco sabe dar respuesta alguna, puesto que superan la capacidad de la razón humana.” Otros trataron a la razón con menos reservas, identificándola con el espíritu y erigiéndola como principio universal (Hegel), o proclamando la aspiración a la “autocracia de la razón” como “finalidad última” de nuestra vida terrenal (Fichte). Con eso se volvía a los inicios: la filosofía arcaica griega (Anaxágoras) había asignado a la razón funciones creadoras supraindividuales; luego, en el estoicismo, por ejemplo, se convirtió en razón del mundo, equivalente a la divinidad.

Hoy en día, por razones obvias, ya no se trata a la razón con tan alegres expectativas. Nuestro estilo de vida busca el cambio y la diversión; aspira a evitar el tedio y refutar la quietud, y no puede ni quiere ser razonable. Probablemente tenga razón, por tanto, Mefistófeles, cuando hace depender, en el Fausto de Goethe, el valor de uso de la razón de su usuario: “Razón se torna disparate,/ azote y plaga la bondad./ Pobre de ti: ¡naciste nieto!

Otto A. Böhmer en: “Diccionario de Sofía”

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