Del Libro: Los aviones en el cine silente boliviano (presentación - exposición - cortometraje)
09 nov 2014
Aníbal Abel Alarcón Caparroz
Reminiscencia.- Gracias a la cinematografía, otro pilar fundamental para “rememorar” la historia, pero al mismo tiempo como un documento imperecedero colmado de recuerdos cuyo arte de reproducción fotográfica de imágenes en movimiento está fundado en la persistencia de fugaces segmentos que se “almacenan”, en la memoria, produciéndose un agradable efecto de retención en la retina. Ese fue el efecto (estoy seguro), que se produjo en la selecta concurrencia, en la proyección del cortometraje retrotrayendo al mismo tiempo luminiscentes e intermitentes recuerdos del pasado. Realmente una maravilla en franca recuperación de la frágil memoria por una parte y registro grabado en la mente para la posteridad de los que desconocíamos esta brillante etapa transcurrida de la vida con anterioridad.
Si en 1895, el aparato de proyección fue inventado por los hermanos Lumiere (de origen francés), en 1897, nace este ilustre personaje (Juan Mendoza y Nernúldez), en nuestra ciudad, dos años después como si fuera arte de magia y como Dios manda cual una certera predicción para este solaz terruño que veintiocho años después nos legara en perfecta armonía (hombre-máquina), volando por encima las alturas de este campanario surcando el límpido azul del cielo y atrayendo la inminente curiosidad de la gente con su distraída mirada, hacia el infinito, donde en envolvente algarabía este insigne personaje como piloto hacía las delicias de la agolpada muchedumbre al mando del primer avión conocido como único patrimonio de aquella época para esta bendita tierra.
Breve resumen.- Para los que amamos y estamos inmersos en lo que atesoró la historia, prestos a conocer muchísimo más de lo apasionarte que resulta hasta cierto modo lo desconocido, en verdad el relato narrado en magnífica como magistral exposición al selecto público presente, se circunscribió en el hecho de describir la vida y obra del referido patricio orureño de quien ya se tiene un reconocido y relevante concepto como un ciudadano sobresaliente nada menos que en el primer Centenario de nuestra República en agosto de 1825; pero 4 años antes en 1921, marca profunda huella en el exterior, convirtiéndose en el primer embajador (de la aviación), conocido como una brillante personalidad y entereza intelectual estando presente y volando sobre la ciudad de Buenos Aires (República Argentina), demostrando en todo este género documental habilidad y destreza tal como se aprecia en las imágenes del cortometraje, grabándose también como impronta al primer boliviano (orureño), demostrando al mundo entero en ser la vanguardia entre otros quehaceres la ciudad de Oruro-Bolivia.
Comentario plausible.- De lo mencionado hay mucha más tela que cortar sobre esta apasionante historia, haciendo hincapié en lo siguiente: hoy una vez más queda demostrado y en forma plausible y no sé si será parte de la historia de Oruro, que personas que no radicaron ni radican precisamente en esta ciudad u otras que llegaron y “plantaron sus raíces”, en esta atractiva planicie andina, aportaron y aportan en un claro reconocimiento y cariño por este jirón patrio, mucho más que los propios orureños, aspectos varios que llaman poderosamente la atención por su entereza y don de gente y que en alguna oportunidad deberían reconocerles pero bien…, con todos los honores.
Síntesis.- De lo expuesto no podemos dejar de lado la reconocida talla intelectual de un número de cuatro personajes que intervinieron tanto en la presentación del libro como después de la velada del cortometraje; fue sin duda alguna como que una puntillada de una varita mágica nos trasladara fugazmente al pasado (inicios del siglo XX), sentados en una butaca del “Cine Municipal” y en un soslayo del tiempo disfrutar del cine en apacible compañía de la gente culta de esa época. Por lo demás la vida se alimenta de lindos recuerdos que hacen que el espíritu permanezca como la savia que nutre el saber.
(*) Poeta - escritor
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