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Domingo 09 de noviembre de 2014

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Revista Dominical

Un paseo al Correo

09 nov 2014

Fuente: LA PATRIA

Ximena Miralles Iporre - Directora de LA PATRIA

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En los días recientes se puso de moda el asunto del correo convencional, pero no el servicio en sí, pues precisamente por este motivo salió a relucir como tema de preocupación para algunas personas, es decir, el ver mermado el flujo de cartas, pues con las facilidades de interconexión que ofrecen las nuevas tecnologías mucha gente comenzó a prescindir de la empresa postal para comunicarse con sus amigos y seres queridos.

Al igual que con el periódico de papel, se creyó que por la aparición del e-mail o correo electrónico, el convencional estaba destinado a desaparecer, sin embargo no lo hará, porque sus operaciones se vieron disminuidas pero existen ciertas especialidades que la tecnología no puede sustituir, como el envío de paquetes.

Las características del correo fueron cambiando con los años, ya que a través de investigaciones históricas sabemos que en la época de los Incas los encargados de llevar y traer mensajes eran los ch’asquis, y en lugar de cartas lo que servía a dicho propósito eran unas pitas de colores anudadas en diferentes partes, conocidas como quipus, se podría decir que hacía las veces de telégrafo ya que había que descifrar los mensajes a partir de los nudos.

Más tarde apareció el correo, como lo conocimos hasta hace poco, es decir por escrito y en soporte de papel, seguramente traído también por los colonos españoles. En los primeros años de la República las cartas tardaban meses en llegar al destinatario, porque se llevaba en carretas o diligencias, tiradas por caballos, con la aparición de otros medios de transporte más veloces también se agilizó el intercambio de correspondencia. La gran novedad fue la invención del avión, porque además de ofrecer un servicio de transporte mucho más veloz, también las cartas podían atravesar los océanos de manera rápida y segura.

Hoy por hoy asistimos a un nuevo cambio en la forma de interacción a través de correspondencia postal y, ahora utilizamos computadoras y no necesitamos gastar papel ni tinta para poder comunicarnos a distancia, lo hacemos a través del ciberespacio en cuestión de segundos, enviando fotografías, textos, e inclusive se puede poner expresiones a nuestras cartas con los famosos emoticons, que son caritas dibujadas con diferentes expresiones ayudándonos a demostrar lo que sentimos en ese momento, y equivalen a los dibujos de corazones, caras sonrientes, flores y otros que realizábamos en las cartas que enviábamos a nuestros seres queridos, sean amigos o familiares.

Hablar del correo convencional es traer a la memoria muchas anécdotas y mirar con melancolía el pasado, muchos recordarán el intercambio epistolar que tenían con personajes que pasaron a la historia por algunos hechos sobresalientes que protagonizaron, otros rememorarán a interesantes personajes de la literatura que se explayaban adornando sus cartas con elegantes palabras que enriquecían su lenguaje, estas personalidades se consideraban intelectuales, tales como poetas y escritores.

Muchos historiadores habrán acudido al intercambio de cartas que seguramente realizaban políticos, militares, sacerdotes y personajes prominentes de la sociedad, para basar sus investigaciones sobre los hechos acaecidos años atrás, con el consiguiente aporte de datos útiles que reflejaban las misivas acerca de la sociedad de antaño.

Asimismo, muchos enamorados recordarán con cierta melancolía, en especial las mujeres porque somos más soñadoras, aquellas cartas en las que se incluían poemas propios o prestados, destinados a la conquista de la dama elegida, y de regreso también iban los documentos epistolares perfumados, en algunos casos en papeles de colores, exquisítamente decorados, donde se volcaban todos los sentimientos y emociones que se querían reflejar para llegar al corazón del bien amado. Las cartas eran muy esperadas, aunque de ese intercambio de correspondencia surgió el dicho “el papel aguanta todo”, porque este interesante medio de comunicación sirvió también, en ocasiones, para ocultar ciertos desafectos y fueron fuente de algunos desengaños.

Los filatelistas también defenderán el correo convencional porque nada reemplazará el valor de las estampillas que coleccionan, adquiriendo un alto valor por el significado de éstas y, mientras más antiguas, más valiosas son.

En Oruro, especialmente, el edificio del correo es tan antiguo que aún conserva su inscripción que le distingue según la función para el que fue construído y es así que en su fachada se puede leer “Casa de Correos y Telégrafos”, aunque en la actualidad se denomina Empresa de Correos de Bolivia (Ecobol).

Esto me trae a la mente un recuerdo de niñez junto a mi abuelo Enrique Miralles Bonnecarrere, pues él iba todos los días a revisar su casilla postal y la de este matutino, a quien le acompañara le compraba un helado como premio; y de paso por la calle Presidente Montes, entre Bolívar y Sucre, compraba fruta de una anciana de nombre Tomasa, quien se asentaba a un costado del antiguo Hotel Edén para realizar su venta diaria, con la que subsistía. Era un interesante paseo, ya que en esas épocas no habían tantos autos como ahora por lo que se tenía que ir a pie, resalto este hecho porque en los tiempos actuales mucha gente, por más que deba movilizarse nada más que unas cuantas cuadras suelen ir en su movilidad.

El hacer ese paseo con el abuelo significaba no sólo deleitarse con el helado, pues al ocasional acompañante le tocaba abrir las casillas, recoger las cartas, y además significaba una oportunidad de conversar sobre diversos temas que nos llamaban la atención, compartiendo momentos de calidad y poniéndonos en contacto con nuestra historia filial a través de anécdotas e historias que nos contaba el patriarca de la familia.

Añoranzas como esas seguramente las habrá tenido más de uno y otros que quizás, como yo, atesoren entre sus remembranzas la imagen de sus abuelos o padres diciéndoles: “vamos al correo”.

Fuente: LA PATRIA
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