La intención de la presidenta en ejercicio de la Aduana Nacional (AN) parecía muy interesante cuando planteó la necesidad de mejorar la calidad profesional del personal que se desempeña en diferentes cargos y niveles del control aduanero, tarea nada fácil, de alta responsabilidad y peligrosa también frente a la acción de grupos de contrabandistas bien armados y hasta equipados con sofisticados equipos de comunicación y modernas movilidades.
La lucha es diferente desde la aduana con personal improvisado, con muy pocas unidades motorizadas en condiciones aceptables de trabajo, una unidad policial (COA) con pocas armas y obsoletos equipos de comunicación, pero además proclive a la admisión de coimas debido al bajo salario que percibe, lo mismo que la mayoría de funcionarios que hacen ganancias extras en los puestos aduaneros para compensar su dificultosa economía familiar.
Para los “aduaneros” son más los riesgos que los incentivos legales generados en su misma institución, por tanto la proximidad a cometer acciones dolosas es una realidad que sólo podrá evitarse jerarquizando toda la planta administrativa y operativa, preferentemente con la incorporación de elemento profesional.
La presidenta de la AN luego de examinar el interior de la entidad de lucha contra el contrabando, no pudo rescatar muchas cosas positivas, tanto así que ordenó la intervención de las administraciones distritales y las fronterizas para comenzar “una limpieza” que ojalá termine con resultados positivos en estricto sentido cualitativo, que ya no permita seguir pensando en la aduana como el recinto en el que se premia con “pegas” a los más conspicuos colaboradores.
Si bien es cierto que no existe un nivel profesional exclusivo para desempeño en el sistema aduanero, no se puede descartar a economistas, seguramente abogados que siempre hacen falta y como insinuaba la principal autoridad algunos técnicos que puedan adecuarse a las innovaciones necesarias para cambiar la imagen institucional y mostrar una nueva aduana que no sólo sirva para “producir ingresos” extraordinarios, sino para eliminar esa lacra que afecta la industria y el comercio nacional, identificada como contrabando.
Lo que preocupa es que en niveles políticos del oficialismo se insinúe que para cubrir cargos aduaneros se tome en cuenta la experiencia sindical como punto favorable en la calificación de méritos. No se trata de menospreciar ciudadanos que han debido trabajar denodadamente en sus organizaciones laborales, pero no por eso estén en condiciones de realizar un trabajo tecnificado en el control aduanero que como sucede en otros países tiene gente capacitada en la materia y con ciertos grados definidos de especialización.
A propósito de mejorar el nivel del personal aduanero y al no contar en nuestro medio con los medios de tecnificación profesional en el sistema, valdría la pena acudir a países vecinos para recoger experiencias a través de cursos, talleres, seminarios y prácticas de trabajo que permitan a nuestros funcionarios de aduana alcanzar una mínima especialización que pueda ampliarse más adelante con un fluido intercambio de personal para mejorar las condiciones laborales de un contingente humano que ciertamente merece atención muy particular en un “oficio” no menos espectacular.
Fuente: LA PATRIA
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