Los saberes y valores que se desarrollan en los pueblos indígena originario campesinos de Latinoamérica y específicamente, en los que por muchos años han permanecido y sobrevivido en el territorio del Estado Plurinacional de Bolivia, deberíamos recuperarlos o revalorizarlos en el marco del actual contexto social, para que sirvan a la convivencia armónica entre las personas, familias y comunidades en lo que podemos llamar con rigor, el siglo XXI.
El pueblo quechua, ha generado valores importantes que debemos recuperar, tales como: ama sua o “no seas ladrón”, ama llulla o “no seas mentiroso”, ama qilla o “no seas flojo” y ama llunk’u o “no seas servil”.
Entre todos ellos, el menos reflexionado y conocido es el ama llunk’u o “no seas servil” que en el presente artículo pretende ser analizado desde la perspectiva de una psicología que pretende ser integral y holística.
Las y los psicólogos formados en las universidades de nuestro país, no vimos ni tuvimos la oportunidad de recuperar esos saberes y valores porque la occidentalización de las referencias y la colonialidad cognitiva característica de la universidad, no nos permitieron pensar y aplicarlos en la vida cotidiana.
Sin embargo, en la tarea de describir, explicar y predecir el comportamiento y las diversas conductas de las personas de forma individual y colectiva, encontramos muchas personas e individuos que presentan manifestaciones comportamentales muy frecuentes y visibles, como es el caso del “llunk’u”.
El colonialismo ha entrado tan profundamente en nuestra manera de entendernos y relacionarnos con los demás, que se ha convertido en la huella o herida intensa de nuestro ser; un resabio de la colonialidad que trasmina la subjetividad que se manifiesta en este comportamiento bien llamado “llunk’u”.
Este esquema de conducta que caracteriza la “sumisión” y servilismo hacia el “patrón”, así como el sometimiento sistemático del dependiente o personas de menor rango con las que se relacionan este tipo de sujetos, se halla en el circuito imaginario “amo-esclavo” o patrón - siervo, peón o el nombre que tenga, generando una red compleja de identificaciones y relaciones de agresividad dentro de muchas instituciones productivas, financieras, educativas y sociales, que a su vez promueven vínculos interpersonales ambiguos, frágiles, mistificadores y falseadores de procesos y vivencias, sociales y comunitarias; de este modo las organizaciones o grupos cuyos miembros asumen tal posición, se corrompen y distorsionan la realidad o se estancan en el anacronismo psicosocial.
La construcción de valores sociocomunitarios en nuestra sociedad, requiere de una reflexión profunda sobre las raíces de nuestra manera de percibirnos y relacionarnos, así como una deconstrucción de nuestra historia, de nuestro pasado e identidad cultural, para practicar y proyectar nuestra subjetividad y nuestras relaciones, hacia un futuro de vivencia armónica con el cosmos, con la tierra y con los otros.
La lógica subyacente a la conducta de la persona “llunk’u”, que en un lenguaje popular se designan como “chicles” o “tirasacos”, se organiza de forma dicotómica en representaciones opuestas y excluyentes de “ganador o perdedor”, de “jefe o empleado”, de “autoridad o no-autoridad”, de “líder o no-líder”.
La persona “llunk’u” no resuelve su existencia sino en la oposición excluyente de “ser el amo”, patrón u otro lugar, o “ser el esclavo”, peón, siervo o empleado eventualmente.
¿Cómo se resuelve la situación de atraparse en esta paradoja imaginaria?
Algunas teorías interculturales dicen que una paradoja solo se resuelve con otra.
En el caso del “llunk’u” cuya estructura se realiza en la problemática del “ser” (no importa qué, sino “ser” a costa del otro) y de una función imaginaria del “Yo”, que reproduce la locura por demás reconocida en la psicología clínica contemporánea de ser o no ser, que se manifiesta en problemas de identidad étnico-cultural, regional, económica, territorial, productiva, de clase y etárea; esa paradoja se resolverá cuando la bipolaridad del “yo” y el “tú” se destituyan y aparezcamos los sujetos triangulados por la palabra y el diálogo manifiesto en el “nosotros”, aceptando las diferencias, nunca igualando las expectativas opuestas y siempre arrojando al tapete “la verdad” sobre lo que se está dialogando.
Querer ser el “amo” o patrón siendo el esclavo o el peón, porque así se asimila la realidad social en el capitalismo -como posición característica del “llunk’u”- fortalece imaginariamente la posición del amo y asegura “ser algo”, aunque sea en el lugar del “esclavo” o peón, pretendiendo imaginariamente ser el patrón.
En esta situación, así se conforma el “Yo” de estas personas y reproduce relaciones de sometimiento y dominación invisiblemente sólidas, que se manifiestan de mil formas en las familias, unidades educativas, instituciones estatales, privadas, y en las relaciones sociales en general.
Hay personas que, en su función imaginaria, quieren ser “patrones”, actúan como tales, pero en la realidad no son sino personas iguales a las demás, es decir, seres inteligentes del Cosmos, que practicamos la reciprocidad y los principios del Vivir Bien.
Nuestra tarea como agentes de cambio social, consiste en mostrar a todas y todos los habitantes y a la opinión pública, que las y los “llunk’us” se encuentran entre nosotros, interrumpiendo y contaminando el cumplimiento de los derechos y las relaciones sociales armónicas en el mundo de las personas.
En el ámbito social, estamos hablando de reforzar nuestras propias formas de vida y relaciones comunitarias. En ámbitos funcionales del Estado Plurinacional, en las instituciones públicas y privadas, en procesos de planificación, desarrollo de prácticas, programas, planes y proyectos, deberíamos operar con estrategias horizontales de trabajo productivo y comunitario.
Por tanto, sólo en el ámbito educativo, es necesario fortalecer y dotar de herramientas tangibles e intangibles a las comunidades educativas, a maestras y maestros, transformando modelos de vida y recuperando estos valores y principios, que se han desvalorizado en las generaciones influidas por el globalismo capitalista, para educarnos en los valores comunitarios de la complementariedad y reciprocidad, y así superar este componente residual de la colonialidad, que se expresa a flor de piel, en las y los “llunk’us”.
En este sentido, se trata de fortalecer la identidad cultural y desde el punto de vista personal, practicar y desarrollar principios de reciprocidad, redistribución, contribución y manejo de antivalores, mejorando paulatinamente nuestras fortalezas, valores y emociones así como nuestras potencialidades cognitivas.
Chayhina, ¡“ama llunk’u”! llajtamasis…
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