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Domingo 02 de noviembre de 2014

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Revista Dominical

Halloween: Noche de brujas

02 nov 2014

Intromisión de influencias foráneas • Aníbal Abel Alarcón Caparroz - Poeta - escritor

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I. Antecedentes.- Una de la formas para pretender mantener en forma intacta nuestras raíces culturales, es propender por todos los medios distanciarse de este “mundo de opresión” y una de esas formas es el arte en todo su contexto de expresión, difusión y conservación, fundamentalmente de nuestras costumbres y tradiciones que permitirá al mismo tiempo abstraernos de la cotidianeidad, de otros lugares, permitiendo percibir la realidad de la forma en que vivimos desde nuestro nacimiento; pues hasta hora nos coloca en una expectante posición conservando en forma inalienable e imprescriptible la visión de un país rico en todo su contexto. Sin embargo, filosóficamente el arte en otras latitudes está distanciado pero no separado de la realidad, esto porque está mercantilizado, está elitizado; por lo tanto, no se puede utilizar como medio de evasión, porque está bajo el control de la clase dominante, como el resto de los ámbitos de la sociedad.

II. Confusión de lo

real a lo imaginario.-

Tal cual ocurre en la actualidad en el “mundo profano”, en diferentes latitudes del orbe, al extremo de destruir el patrimonio cultural de determinados países en donde nacieron y emergieron primigenias enseñanzas de la Astrología, Teología, las Matemáticas mediante conocimientos ancestrales que indudablemente sirvieron como base para el avance y evolución de la ciencia e investigación. Época (ésta), que confunde lo real con lo imaginario, al sobreponer una serie de necesidades como costumbres superfluas a una serie (también), de temas de verdadera importancia. Todo ello, como sistema opresor de elevado consumismo y mercantilismo, con dimensiones uniformizantes, globalizantes y al extremo deshumanizantes; mientras tanto, varios sectores de la población se debaten entre la vida y la muerte todo por el brote de una serie de epidemias.

III. En la comunicación cabe de todo.-

La comunicación mediante la difusión de propaganda es influyente, porque el uso que la gente hace de los medios de comunicación en edad temprana (niñez y adolescencia), produce efectos más negativos que positivos con fuerzas y espectros subjetivos todo producto de invasión desmedida de culturas foráneas, que denominaríamos fuerzas ciegas de naturaleza mercantilista fuera del control racional del hombre. Porque aún cuando los actos de comunicación pretenderían ser a menudo de corte intelectual y de enseñanza no pretende dañar la racionalidad, sino más que todo, es la elección eventual de usar los medios de comunicación con fines buenos o malos. Para todo lo mencionado, es importante el aspecto ético, de orientar no sólo de los que transmiten mensajes si no los que reciben, así se produce un efecto coadyuvante que beneficia a ambos extremos.

IV. Otras formas

y efectos.-

Se han diversificado de tal manera los medios de comunicación que su alcance es de ribetes asombrosos: libros, revistas, periódicos, televisión, radio, películas, videos, grabaciones electrónicas transmitidas por doquier, como cable o satelital últimamente Internet. Los contenidos de esta interminable difusión, va desde noticias, deportes hasta segmentos de entretenimiento; desde la contemplación hasta la escena violenta. Mucha gente encerrándose bajo un mundo aislado con efectos casi narcóticos. Otros no (los más), rehuyendo lo negativo y perjudicial. Así como hay gente que se resiste a hacerse absorber, no pudiendo evitar el contacto con quienes están profundamente influidos por esta evolución tecnológica.

V. Leyenda de la calabaza de Halloween.-

(cosecha de la manzana).-

Narra una leyenda irlandesa que había un pillo de nombre Jack, el Tacaño. El diablo, a quien llegó el rumor de tan negra alma, acudió a comprobar si efectivamente era un rival de semejante calibre. Disfrazado como un hombre normal acudió al pueblo de éste y se puso a beber con él durante largas horas, en una taberna “revelando su identidad tras ver que en efecto Jack era un auténtico malvado. Cuando Lucifer le dijo que venía a llevárselo para hacerle pagar por sus pecados, Jack le pidió que bebieran juntos una ronda más, como última voluntad. El diablo se lo concedió, pero al ir a pagar ninguno de los dos tenía dinero, así que Jack retó a Lucifer a convertirse en una moneda para demostrar sus poderes. Satanás lo hizo, pero en lugar de pagar con la moneda, Jack la metió en su bolsillo, donde llevaba un crucifijo de plata. Incapaz de salir de allí el diablo ordenó al granjero que le dejara libre, pero Jack respondió que no lo haría a menos que prometiera volver al infierno para no molestarle durante un año. Transcurrido ese tiempo, el diablo apareció de nuevo en casa de Jack para llevárselo al inframundo, pero de nuevo Jack pidió un último deseo; en este caso, que el amo de las tinieblas cogiera “una manzana”, situada en lo alto de un árbol para así tener una última comida antes de su tormento eterno. Lucifer accedió, pero cuando se hallaba trepado en el árbol, Jack talló una cruz en su tronco para que no pudiera escapar. En esta ocasión pidió no ser molestado en diez años, además de otra condición: que nunca pudiera el diablo reclamar su alma para el inframundo. Satanás accedió y Jack se vio libre de su amenaza. Su destino no fue mejor: tras morir (mucho antes de transcurridos esos diez años pactados), Jack se aprestó a ir al cielo, pero fue detenido en las puertas del San Pedro, impidiéndosele el paso, pues no podían aceptarle por su mala vida pasada, siendo enviado al infierno. Para su desgracia allí tampoco podían aceptarlo, debido al trato que había realizado con el diablo, quien de paso le expulsó de su reino y despechado, le arrojó a Jack unas ascuas ardientes (cosa que brillan y resplandecen mucho), las cuales el granjero atrapó con un nabo hueco, mientras burlonamente agradecía la improvisada linterna que así obtuvo. Condenado a deambular por los caminos, anduvo sin más luz que la ya dicha linterna en su eterno vagar entre los reinos del bien y del mal. Con el paso del tiempo Jack el Tacaño fue conocido como Jack el de la Linterna o “Jack of the Lantern”, nombre que se abrevió al definitivo “Jack O’Lantern”. Esta es la razón de usar nabos (y más tarde calabazas, al imitar con su color el resplandor de las ascuas infernales) para alumbrar el camino a los difuntos en Halloween y también el motivo de decorar las casas con estas figuras horrendas (para evitar que Jack llamara a la puerta de las casas y proponer dulces o travesuras).

(*) Nota del editor: la leyenda

fue tomada de la red internet

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