Hay un nuevo frente petrolero que hará lo posible por doblegar a su homónimo en un comienzo de guerra de mercados y de posiciones políticas y quizá religiosas.
Uno de esos frentes está conformado por los Estados Unidos (EE.UU.) y Arabia Saudí y el otro está formado por Rusia e Irán. Les recuerdo que Arabia Saudí es sunita e Irán chiita, ambas religiones se están disputando hegemonías en Irak y Siria y en el resto del Medio Oriente.
Cuatro producentes de petróleo están o paralizados o trabajando a medias o simplemente están en disputa de unas y otras fracciones religiosas. Esos cuatro son Libia. Irak, Siria y Nigeria. Se suma a esa irregularidad un Irán que aún no se libra de las sanciones occidentales. Este cuadro, en años anteriores, habría originado un alza del precio del barril de petróleo, pero hoy ocurre lo contrario. Los precios han bajado de 110 a 90 dólares.
Una de las razones es el freno al crecimiento europeo y el otro una baja de las necesidades de China, a estos dos hechos concretos hay que sumar la posición de los EE.UU. que va camino a convertirse en exportador de hidrocarburos gracias a una nueva técnica muy vilipendiada por los sectores ecologistas de fuera y dentro de la Unión.
Por su parte, Arabia Saudí rechazó la propuesta de disminuir su producción para mantener el nivel de los precios altos y defender su parte del mercado mundial.
El resultado de esta nueva realidad es dramática para Rusia e Irán. El diario Pravda recuerda que un hecho similar pasó en 1985 que sirvió de detonante de la desaparición de la URSS. El autor del artículo recuerda que en 1985 Arabia Saudí aumentó dramáticamente su producción de 2 a 10 millones de barriles diarios lo que produjo un bajón en el precio de 32 a 10 dólares, para hacer frente a la situación la URSS comenzó a vender (redondeando) en 6 dólares el barril. A pesar del esfuerzo la URSS llegó a perder 20.000 millones de dólares al año que un poco más tarde la llevó a la quiebra.
En esta nueva etapa no va a desaparecer Rusia y tampoco Irán, pero, al ser totalmente dependientes de las exportaciones de petróleo, las heridas en sus respectivas economías serán tan graves que los obligarán a ceder en lo político. Ello hace suponer una solución a mediano plazo de algunos conflictos como el de Ucrania y el de las usinas nucleares de Irán. Pero, Irán al ser una ficha importante en el enfrentamiento contra ISIS (El Estado islamita), tiene un as bajo la manga que puede obligar a los EE.UU. a cambiar de actitud.
Si Arabia Saudí quiere seguir siendo parte del paquete político-económico-religioso al lado de los EE.UU. tendrá que abandonar a sus hijos ilegítimos de ISIS tan wahabistas como ellos.
Este contencioso petrolero puede afectar a todo el mundo porque hay un gran empeño europeo y estadounidense en renovar la tecnología energética, ello supone cada vez más un alejamiento de la vieja tecnología energética focalizada en el petróleo y sus derivados.
Noruega es un ejemplo importante, pues sus ganancias están en fondos de ahorro que en el supuesto caso de que termine la explotación petrolera, tiene para poder seguir viviendo como hoy una cuenta multimillonaria en los bancos que les permitiría resistir más de diez años, lapso más que suficiente para producir una reconversión industrial. Otros países gastan sus ganancias en construcciones faraónicas, en subsidios y corrupción lo que deja desguarnecida a las economías monoproductoras.
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