Miercoles 29 de octubre de 2014
ver hoy
Todo proceso electoral – se ha comprobado en las últimas décadas desde el año 1982 – es aportante de muchas experiencias para la política partidista porque a las circunstancias, condiciones y campañas que desarrollan los diversos candidatos señalan situaciones muy especiales; pero, lo malo es que los políticos, inclusive los pertenecientes a viejos grupos, no aprenden y, por el contrario, persisten en errores garrafales.
Los yerros en que normalmente incurren los políticos es, en primer término, la egolatría, es decir que se creen lo máximo, que no hay nadie como ellos y que poseen todos los medios y conocimientos para gobernar el país o, en el caso de alcaldías, para manejar los intereses de una ciudad. En segundo término, está la soberbia con mucho de petulancia y el menosprecio por los demás.
Creer que quien gobierna todo lo hace mal y que la oposición tiene los remedios para todo, es actitud petulante porque no siempre es así puesto que el gobierno, cualquiera sea éste, por su condición de falibilidad, comete errores, no cumple con sus juramentos y promesas, aplica las políticas del “dejar hacer y dejar pasar” y deja todo para después como si esa condición de tiempo fuese eterna.
