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Domingo 26 de octubre de 2014

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Cultural El Duende

Frases de Juan Rulfo

26 oct 2014

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. México, – 1986. Escritor, guionista y fotógrafo perteneciente a la generación del 52. Sus dos obras emblemáticas: “” () y ()

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* Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta.

* Y abrí la boca para que se fuera (mi alma). Y se fue. Sentí cuando cayó en mis manos el hilito de sangre con que estaba amarrada a mi corazón.

* ¿La ilusión? Eso cuesta caro. A mí me costó vivir más de lo debido.

* Me haré a la idea de que te soñé –dijo–. Porque la verdad es que te conozco de vista desde hace mucho tiempo, pero me gustas más cuando te sueño. Entonces hago de ti lo que quiero. No como ahora que, como tú ves, no hemos podido hacer nada.

* Nada puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea que no se apague.

* Apréndete esto, hijo: en el nidal nuevo hay que dejar un huevo. Cuando te aletié la vejez aprenderás a vivir, sabrás que los hijos se te van, que no te agradecen nada; que se comen hasta tu recuerdo.

* Sin embargo, la vida no es muy seria en sus cosas.

* ¿Sabes una cosa? He llegado a saber, después de muchas vueltas, que tienes los ojos azucarados. Ayer nada menos soñé que te besaba los ojos, arribita de las pestañas, y resultó que la boca me supo a azúcar; ni más ni menos, a esa azúcar que comemos robándonosla de la cocina, a escondidas de la mamá, cuando somos niños.

* Pero ¿por qué las mujeres siempre tienen una duda? ¿Reciben avisos del cielo, o qué?

* Nadie te hará daño nunca, hijo. Estoy aquí para protegerte. Por eso nací antes que tú y mis huesos se endurecieron antes que los tuyos.

* La muerte no se reparte como si fuera un bien. Nadie anda en busca de tristezas.

* Pero los caminos de ella eran más largos que todos los caminos que yo había andado en mi vida.

* -¿Ya murió? ¿Y de qué?

-No supe de qué. Tal vez de tristeza.

Suspiraba mucho.

-Eso es malo. Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace.

* ¡Yo te amo!
En el cáliz. En la aurora. Debajo del Septentrión más absoluto. Allí donde la soledad une a los hombres. Allí te amé, allí encontré tu imagen. Allí te dije: “esto es lo que ha estado esperando mi esperanza”… Y me entregué.

* Todo escritor que crea es un mentiroso; la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación.

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