“Lágrimas de Sangre”, es el título del libro de Jorge Laserna Vargas. Estos poemas de desvelo han sido escritos en diferentes tiempos y lugares. Un sentimiento irrenunciable por la abrupta ausencia de su hijo, llena de gris melancolía su infinito amor.
Esa creación pudo ser: guía, alondra, canto y dulzura. Los hijos son universo, son todo. Han de ser aquí o allá, en este tránsito y después de la muerte, porque son realizados de puro amor, de auroras y plenilunios. ¡Cuánta melodía desveló su destino, no era el único!. Era como los pétalos de una flor, como los dedos de la mano, ¡ay! cuando falta alguno nunca más será igual, difícil e imposible intentar esconder esa herida.
Jorge en su angustia recurre al verso que Andreas no alcanzó a escuchar, no hubo tiempo, los giros fueron destellos apagados en el ocaso. Su hijo era jornada resplandeciente.
A su dolor, adosa otras vidas, otras memorias. Muestra su rostro dolido y resignado, ante los murmullos del trance combate consigo mismo y escribe:
“No te encontré en la noche…
partiste con el olvido
con la memoria extraviada
en mis ojos marchitos.
Partiste sin réquiem ni féretro
sin flores lozanas, ni cirios
ardientes,
dejaste solo luto y cenizas
sepultadas”.
En el epílogo de sus manuscritos, rememora a su primera obra “Siguiendo huellas” episodios de desconsuelo. En su dolor siente que todo es sombra, y recurre a epitafios, suicidios, no hay luz interior. Su cansancio es prolongado, cree ver espectros y resiste al luto abierto, al desvelo que deja de ser tormenta.
“Nostalgias” es otra obra del mismo autor, cuyos vestigios señalan instantes emotivos, unos versos:
Perpetuo
Siento tu sigilo
Que susurra lento,
Me extravío en la quimera
De cautivarte en soledad.
A golpe de añoranzas
Lloré mi angustia,
cómo ese cautivo
Sumiso en libertad.
Te grabaste en mi memoria
Tatuada estás en mi alma,
Sólo espero que algún día
Te consiga olvidar”.
Con los preludios de nuevas estaciones, renueva la palabra y la tragedia. Enciende en su luz, el nombre de su amada, fémina cautivadora, afín, golondrina, nácar, esmeralda, que regocija su día oscuro. Los otoños le han permitido labrar que la vida no se funde en los recuentos de las lunas nuevas, en el epistolario ni en las corolas de las margaritas, el génesis acentúa en el prisma de sus ojos y graba la silueta de su compañera Anna, que ayudó a hilvanar, a elevar el destino en la batalla y la bruma.
Jorge Laserna Vargas, ha heredado la vena poética del abuelo paterno Jorge Laserna Trullenque.
El alba abre el canto transcurre un espacio prolongado de olvidos, recorre efusivo, sin secretos ni misterios y en el suspiro por recuperar al poeta libre de leños y siemprevivas, confiesa:
“Deseo besar el cáliz de
tus labios
Y sentir tu sombra entre
mis brazos,
Penetrando ávido en el abismo
De ese sensual sueño de tu alma”.
Desde Suecia se ha asomado hasta este suelo, para que sus obras “Lágrimas de Sangre” y “Nostalgias”, sean referente de sus fulgores. Enhorabuena.
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