Carlos Condarco Santillán nació en Oruro, la alta tierra de los Urus, bajo el cielo azul de esmalte fundido que invita a soñar y a crear. Es antropólogo, poeta narrador y ensayista.
Quien desde muy joven demostró su gusto por las letras y por los clásicos; que sin duda, influenciaron en su obra literaria. Tal influencia se percibe en el excelente manejo del idioma expresado por medio de un vocabulario escogido y tradicional, que alimenta su estilo convencional, forjándose así como un clásico por ideal y por temperamento.
Su obra mereció numerosos premios como el “Franz Tamayo” y el “Andrés Bello” entre muchos otros. Además que fue traducida al alemán, inglés, quechua y aymara.
Condarco Santillán es un hombre amante de su tierra, de las faenas del campo y de los caballos. Y logra conjugar su arte de escritor con su pasión por los caballos en su hacienda Cotochullpa, en pleno altiplano orureño, desde donde puede mirar el mundo fuera del tiempo.
Escribió los poemarios: Agraz y Paisaje; y es sobre su poesía que Carlos Morales y Ugarte dice: “No es un desesperado que se calcina en la fragua de la tristeza. No pertenece al cenáculo de los llorones inconsolables. Como tiene delicadeza de espíritu se cubre con la clámide de la melancolía, ropaje de exquisita elegancia de las almas contemplativas. Sabe del dolor del ensueño, de la amargura que significa ser poeta. Conoce que la poesía es “la férrea camisa de las mil puntas cruentas”, que conociera en su torturada vida Rubén Darío.”
El poema IX de Agraz, dice: “No te vayas tristeza, compañera / de mi insomne bohemia impenitente; / entra en mi corazón. Pacientemente / aguardemos la nueva primavera. / No te vayas, mi súplica es sincera, / como el llanto que aflora quedamente / a mis ojos, y mi sufrir silente / que te quedes te dice, espera… espera…/ No te vayas tristeza, tú y la sombra/ acogieron mi sentimiento roto. / Hay un algo que de verdad me asombra, / es un eco innominable, ignoto, / que en las noches de sombra, aún la nombra/ con la doliente voz de un son remoto”.
Destacan también los ensayos: “La Evolución de la Crítica Literaria de Gabriel René Moreno”; “La Serranía Sagrada de los Urus”; “Uru Uru, Espacio y tiempo Sagrados”; Y “La Dedicatoria de “La Prometheida”, “Apuntes para su análisis”.
Escribió la novela “El tesoro de Sacambaya”. Sobre esta novela Ramón Rocha Monroy dijo: “que la novela está cargada de nostalgia y de buen humor británico, sino porque contiene un episodio en el cual tres amigos a caballo descienden hacia Capiñata y, en el templo del lugar, descubren, entre incunables, un diario manuscrito del cura del lugar, donde se habla de uno de los personajes más entrañables de nuestra mitología republicana, lastimosamente olvidado por la historia oficial, un cronista de la guerrilla de la independencia de Ayopaya que dejó escrito su Diario. Hablo como es fácil suponer de José Santos Vargas, el Tambor Vargas, orureño valeroso cuya memoria debería ser inmortalizada en un espacio escultórico gigante…”
Carlos Condarco Santillán publicó los siguientes libros de cuentos: “Arteaga el Inmortal”; “Con Papá en el Zoo”; “El toro”. Algunos de sus cuentos fueron llevados al video y figuran en antologías nacionales y extranjeras.
Edmundo Miranda Castañón se refiere al cuento “Arteaga el Inmortal” de la siguiente manera: “Es una obra muy bien lograda, con un mensaje profundo e inquietante, que nos lleva a pensar en el hombre y su destino, alejándonos de toda interpretación materialista de la sociedad de consumo y proyectándonos a su dimensión trascendental”.
Alejandro Gómez Pacheco, quien al referirse a los cuentos de Condarco, señala: “el sello inconfundible de este escritor: su prosa rítmica, rica en imágenes, con notables pinceladas de poesía, con un vocabulario tan selecto y castizo que a veces se nos antoja un estilo rebuscado. Al leer a Condarco Santillán comprobamos en él una formidable formación clásica, una maestría en el manejo del idioma como pocos lo han logrado en este ingrato oficio de decir cosas bellas con palabras aún más bellas”.
Carlos Condarco Santillán es muy conocido en nuestro medio por las innúmeras conferencias dictadas en torno a la antropología, historia y literatura. Me es muy grato el recuerdo del coloquio de Condarco Santillán: “La Serranía de Uru Uru”, que se llevó a cabo en mi domicilio en el año de 2007.
La obra de Condarco es resultado de una peculiar introspección que permite al escritor acceder historias que ya se encuentran en forma de embrión en su propio inconsciente y que acostumbran aparecer bajo otras formas, reafirmando su temperamento y su estilo clásico por antonomasia.
Condarco Santillán es hombre singular, no solo en su preferencia literaria: es lector de clásicos, y portador de un extenso bagaje cultural, como también en su vida privada donde ocupa lugar de patriarca, como otrora se solía ver, de una numerosa familia de personas muy ligadas a la cultura.
Fue fundador y primer presidente de la Sociedad de Escritores de Oruro; refundador y expresidente de la Sociedad de historia y Geografía de Oruro. Es miembro del grupo de Investigación Antropológica “Pukara”. Es miembro de la Sociedad Boliviana de Escritores; también es miembro fundador del Grupo de Jinetes de aventura “Escuadrón José Santos Vargas”.
Como jinete hizo travesías reconstruyendo los tramos de la historia como si buscara vislumbrar un pasado grandioso de la nación, que hoy está perdido en el tiempo y en el viento. Fue Ramón Rocha Monroy quien dijo: “Condarco es un viajero pertinaz que recorre la geografía andina a caballo; es un auténtico Tambor, que registra la crónica de nuestro pasado remoto y nuestro presente vivo”.
En fin, en este interesante oficio de escribir, es un grato honor dedicar esta nota al escritor Carlos Condarco Santillán el jinete ilustrado, singular personaje orureño y además entrañable amigo de mi familia.
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