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Domingo 26 de octubre de 2014

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Revista Dominical

“Mamá Matilde” se fue al más allá pero deja su legado a nuevas generaciones

26 oct 2014

Fuente: LA PATRIA

Por: Alicia Navía Mier - Periodista

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La yatiri conocida como “Mamá Matilde”, tras muchos años de ayudar y enseñar el amor a Dios, a la Madre Tierra y sobre todo respeto a la energía que brinda el sol, se fue al más allá aunque sus hijos Rogelio, Mauricio, Aleja, Facundo, Zenobia, Lita y Valentina y toda su familia coinciden en manifestar que a pesar de su fallecimiento, su espíritu continuará con ellos guiándoles como lo hizo por muchos años.

Este es en resumen el sentir de sus hijos, familiares y sobretodo de los integrantes del Centro Cultural Autóctono Sartañani, quienes aprendieron mucho de ella por muchos años y a quien consideran como su “guía espiritual”.

Es de esta forma como se recordará y se recuerda a “Mamá Matilde”, a quién conocí en la ceremonia andina que se realiza año tras año en el cerro Quri Kancha, un lugar sagrado para ella, donde se recibe el año nuevo aymara con los primeros rayos del sol que según sus creencias llenan de energía el cuerpo para iniciar una nueva etapa.

Por ser un personaje importante para muchos, el día de su entierro, logré dialogar y conocer a través de algunas personas su sentir ante el fallecimiento de la sacerdotisa, que compartió con jóvenes que agradecen a Dios haberla conocido, pues su sabiduría queda plasmada a partir de su ascensión junto al Supremo para continuar poniendo en práctica todo lo que les enseñó.

Por esta razón en estas líneas trato de plasmar lo importante que fue “Mamá Matilde”, una adorable anciana que en mi recuerdo la veo feliz, bailando al son de las tarkas, quenas y bombos en su lugar sagrado como es el Quri Kancha.

Daniela Carrasco, consternada, narró que Mamá Matilde era una mujer ejemplar porque dedicó toda su vida a la fe Bahai, motivo por el que era un modelo a seguir, ya que siempre les contaba historias de cómo vivió con su esposo, cómo supieron salir adelante en momentos de crisis y cómo viajaban por las comunidades del Norte de Potosí y a toda Bolivia, llegando al extremo de a los dos días de dar a luz, continuó su viaje para socializar el amor a Dios y enseñar las costumbres andinas.

“Ella nos decía que mientras seamos jóvenes difundamos la fe, ‘hagan servicio y recen por la humanidad’, es por estas y otras enseñanzas más que nos dejó, que nunca le olvidaré”, decía Daniela antes de acompañarla hasta su última morada.

Por su parte, José Luis Juaniquina, contó que para ellos “Mamá Matilde” era su guía espiritual porque les mostró el camino que debían seguir, motivo por el que toda su vida estarán agradecidos con ella, por ser una mujer sabia, una yatiri que les enseñó principalmente a las autoridades del grupo Sartañani a respetar las creencias de sus ancestros y sobre la cosmovisión andina.

“Estamos seguros que nunca nos va a dejar ella y, nosotros no la olvidaremos jamás y seguramente algún día seguiremos su camino como ella misma nos enseñó”, manifestó.

Recordó que conocieron a “Mamá Matilde” y ella les llevó a su lugar sagrado hace aproximadamente veinte años, tiempo en el que compartieron con ella y aprendieron sus enseñanzas, especialmente el 21 de junio cuando ascendía por voluntad propia y con sus propios pies hasta lo alto del cerro Quri Kancha considerado por ella una waca sagrada o un lugar lleno de bendiciones.

Otra de las personas que compartió con ella por aproximadamente veinte años fue Emilio Achocalla Flores, quién por el cariño que le tenía le dedicó una exposición de fotografías en el Salón “Valerio Calles” con fotografías de momentos que compartió con los integrantes del Centro Cultural Autóctono Sartañani, actividad que se realizó en enero de este año.

“La congoja es grande ya que nuestra sacerdotisa nos dejó, pero a la vez sentimos alegría porque hemos tenido el privilegio de conocerla y aprender toda su sabiduría porque el centro como tal sin ella no sería lo que es ahora, con ella realizábamos la ascensión a la waca Quri Kancha que quiere decir espacio dorado del inca y que se encuentra entre el cerro Santa Bárbara y el monumento a la Virgen del Socavón”, nos dijo.

Emilio recordó que Mamá Matilde subió hasta ese lugar durante aproximadamente 45 años ya que aquejada por una dolencia subía para pedir fuerza y sobretodo energía al astro rey como es el Sol, porque allí se complementan las energías del Sol, Tierra.

Lo que ella les enseñó fue que todos debemos vivir en armonía complementándonos como pareja aunque recomendaba que las mujeres no se achiquen ante el varón dominante y más bien sea la mujer parte de ese complemento porque con el tiempo la mujer podría ser la que maneje varios grupos.

En segundo lugar Emilio dice que les dejó la fortaleza porque “Mamá Matilde”, fue parte de muchos movimientos en los que recomendaba tener fuerza, especialmente apoyando a las mujeres para que no caigan ante el hombre dominante y demuestre al contrario que puede ser un complemento tal como vivió con su esposo Andrés Achacollo, con quien supo enfrentar toda la humillación de gobiernos dictatoriales posteriores a la revolución de 1952.

Emilio dice que tuvo la gracia de Dios de conocerla ya que ella, le nombró como uno más de sus hijos, porque le acompañó en varias oportunidades, habiendo logrado percibir su energía, cariño, templanza y magnanimidad que tiene una mujer.

“Mamá Matilde es un ícono de fortaleza en ese sentido, ahora se va en físico pero se queda en espíritu con nosotros”, manifiesta.

Para Huáscar García Ocaña, fue una persona combativa junto a su esposo, porque lucharon para que los indígenas tengan educación y a pesar de las adversidades, tuvo la capacidad de enseñar todo lo relacionado a la religión andina, orientando a cumplir tradiciones y costumbres como lo hizo llevando a muchos hasta el Quri Kancha, el lugar sagrado que encontró para que se entreguen al Tata Inti y a la Pachamama que es la Madre Tierra.

A través de ese contacto con ella recibimos la bendición porque decidimos seguir su ejemplo y justamente esto permitió congregar a mucha gente en un día especial como era el año nuevo aymara para enseñar cómo debíamos ver la cosmovisión andina, manifestó.

“Mamá Matilde” deja muchas enseñanzas a su descendencia para continuar su camino especialmente a su hija Lua (Lita) quien estuvo con ella hasta sus últimos días y quién compartía esta dicha de ser una sacerdotisa y guía espiritual de muchas personas.

La yatiri es conocida a nivel nacional porque también participaba de ritos andinos en Tiawanacu y otro lugares sagrados, por lo que obtuvo un reconocimiento el 31 de mayo denominado Premio Pachakuti que tiene el objetivo de reconocer y premiar el sacrificio de personas que luchan por el bienestar de las Naciones Originarias, acto que se efectuó en el Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), en La Paz.

Para terminar esta especie de homenaje a “Mamá Matilde”, recuerdo que tuve la oportunidad de hacerle una entrevista en lo alto del Quri Kancha hace un par de años, donde en su idioma nativo que es el quechua, me contó que empezó a subir a la waca cuando tenía problemas y al subir a la cima de este lugar sagrado estos se solucionaron, además de llenarse de energía y fortaleza, que le permitieron llegar a la edad a la que llegó, la vi bailar al compás de las tonadas del Centro Cultural Autóctono Sartañani, con una mirada alegre y recupero este párrafo de la entrevista que resume cómo la recuerdo el 21 de junio de 2011: “Claro ejemplo de su energía es su alegría cuando al consultarle si podía acceder para hablar un poquito con nosotros ella contestó: “¡No un poquito mucho o todo!” y soltó una risa llena de vida”.

“Mamá Matilde”, según su cédula de identidad tenía menos edad de la que refiere en dicho documento que recién lo obtuvo cerca a los 30 años y según datos que se pudo conocer verdaderamente ella tendría alrededor de 98 años.

Fuente: LA PATRIA
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