Viernes 24 de octubre de 2014
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Entre errores, disculpas y manejo discrecional, tanto del padrón electoral, como de los resultados, que han provocado la protesta de todos los partidos y organizaciones sociales que han participado en las anteriores elecciones, han finalizado las elecciones presidenciales 2014, proclamando al binomio oficialista vencedor de esos comicios.
Ahora nosotros los bolivianos qué; ¿habremos aprendido la elección, lograremos unirnos, podremos hacer conciencia de los peligros que acechan a nuestra patria?. Tomemos en cuenta que nuestro futuro es incierto y la estabilidad lograda por el partido gobernante está sostenido por ingresos económicos extraordinarios logrados con los precios de las materias primas, base sustentable de un gobierno populista. En esta década, los problemas estremecen la conciencia de los bolivianos cuando ven que los precarios ingresos no se los invierte para enfrentar una crisis que irremediablemente se la ve venir; sino, se los gasta para mantener contentos a obsecuentes seguidores que, al parecer, están hipnotizados con bonos, canchitas, aviones y satélites.
Menos mal que existen hombres libres, porque la conciencia nunca se pudo encarcelar. Los perfiles destructores de los problemas sociales, amenazan con extenderse, mientras más de la mitad de los bolivianos buscan desesperadamente la paz que no sólo no llega, sino que se aleja cada vez más. Para un gobierno populista es prácticamente imposible gobernar si no tiene recursos para distribuirlos; es lo único que mantiene tranquilos y en silencio, a movimientos sociales, cooperativistas, cocaleros, y hasta empresarios privados obsecuentes.