Por los informes del personal que trabaja en el Programa de Zoonosis del Servicio Departamental de Salud, se sabe que en nueve meses del año en curso 2.488 personas han sido víctimas de canes callejeros, una cantidad que puede elevarse hasta 3.000 al final de la gestión, cifra realmente alarmante si se considera que el año pasado las agresiones perrunas fueron 2.594.
La relación de casos que han sido atendidos con medidas de prevención con el uso de vacunas en profilaxis y de series completas para evitar problemas mayores de rabia canina u otros males, hecho que afectó a personas del grupo etario de entre 10 a 20 años de edad, niños en edad escolar y personas en actividad productiva cotidiana. Otra relación menciona también a niños menores de 10 años y en el otro extremo a personas de la tercera edad.
Las cifras demuestran que han proliferado los canes vagabundos, por efecto natural de procreación y por lo visto también por descuido de dueños de mascotas que las dejan en las calles y se mezclan con los callejeros formando parte de peligrosas jaurías especialmente en los barrios periféricos, como se ha podido comprobar inclusive en varios sectores de la ciudad.
El mayor número de personas atacadas por perros callejeros han sufrido mordeduras en las extremidades, manos, brazos, piernas y en algunos casos inclusive en el rostro, con las secuelas traumáticas que son de suponer tras el ataque de los peligrosos canes.
Contar propiamente 2.500 casos de mordeduras es una situación de alto riesgo que obliga necesariamente a la aplicación de medidas radicales para disminuir la cantidad de canes sin dueño y obligar a dueños de mascotas a tener mayor cuidado con estas para que no sean parte de las jaurías que son una amenaza contra la integridad física de las personas.
La medida obligada para fortalecer el control epidemiológico en este caso, es necesariamente la captura masiva de los perros que estén deambulando en las calles y su eliminación si en un tiempo perentorio no son reclamados por sus dueños, los que además deberán ser objeto de una sanción por descuido y ser parte indirecta de las condiciones de peligrosidad que constituye mantener a los perros en las calles.
El Programa de Zoonosis y el Centro Municipal de ésta especialidad coordinan un “plan de emergencia” para solucionar el problema, pues la proliferación de canes y el ataque de estos a 2.500 personas, no puede dejarse en simple observación, merece una acción práctica en defensa de la salud y la integridad de las personas.
Frente al reclamo de algunas organizaciones “defensoras de animales”, hay que exponer la cruda realidad de este proceso que se incrementa y convierte en un latente peligro que debe ser atendido con medidas extremas, tomando en cuenta el reclamo de vecinos a través de sus organizaciones de barrio, que critican lo que han calificado como “descuido cómplice” de autoridades, al permitir el crecimiento de la población perruna.
Criar mascotas es una responsabilidad ciudadana, pero permitir que los canes vagabundos se reproduzcan en las calles es una irresponsabilidad que debe ser frenada, con las medidas apropiadas del programa de zoonosis, que además debe tener pleno apoyo de las autoridades y de la población en general, pues se trata de la defensa colectiva de las personas.
Fuente: LA PATRIA
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