Viernes 17 de octubre de 2014
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Médicos americanos publicaron un estudio en el que investigaron las consecuencias o efectos de la alegría o de la tristeza sobre la enfermedad y la salud. El resultado fue que quien tenía vivencias positivas, fortalece su sistema inmunológico por dos días y el que tiene experiencias negativas, como estrés, disgustos o tristeza, lo debilita por un día. Estos son naturalmente sólo valores medios que varían según la característica de la vivencia.
Quien ha vivenciado alegría y confianza y con ello ha fortalecido su sistema inmunológico podría preguntarse qué es lo que le ha producido estos estados anímicos. Frecuentemente nos alegramos cuando otros nos hacen algún bien o dicen algo bueno de nosotros ya que así recibimos energía humana, ya sea a través de éxito personal, alabanzas o atenciones. De esta forma uno puede "alimentarse" con una pequeña dosis de energía, aunque ésta sólo dura poco tiempo, horas o días. Evidentemente esta energía no perdura, así que la persona busca nuevos aportes energéticos.
El que vive en y con la materia, está todavía esperando que su prójimo le irradie luz. Está esperando los rayos del sol porque todavía no ha encontrado su verdadero origen. El que está condicionado por lo externo, esperando las palabras buenas y amables de su prójimo, así como una sonrisa amigable, vive de las expectativas. Y el que tiene expectativas va a tener una y otra vez más deseos que exigen ser cumplidos".