Jueves 16 de octubre de 2014
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En realidad se trata de un complejo problema en la producción y en el proceso de su comercialización. Veamos, el Año Internacional de la Quinua, que promovió nuestro gobierno, ha servido evidentemente para posesionar el producto, en su forma natural, en gran cantidad de países donde se la conocía por sus atributos nutricionales y se la comercializaba incipientemente, pero también para incrementar su importación en otros, creando un negocio de competencia abierta con los productores y comercializadores “naturales”.
El problema surge patético al conocer cifras que muestran organizaciones externas que manejan la estadística del movimiento de ciertos alimentos estratégicos y la demanda de los mismos en importantes mercados de consumo.
El sistema productivo debe mejorar para poder cubrir la excesiva demanda de compradores en Estados Unidos, Países Bajos, Francia, Canadá y Alemania que adquieren el grano de oro, lo industrializan y lo exportan con valor agregado a países asiáticos, una vuelta impresionante de toneladas de quinua que en buena cantidad se adquiere en Bolivia.
Pero ahí surge otro problema pues las cifras que se manejan en función de control de importaciones y exportaciones, señalan que hay una abierta competencia en la venta de quinua desde el Perú, lo que obliga a tomar otras previsiones adicionales para no perder los mercados ya ganados con mucho esfuerzo y gracias a la calidad del producto boliviano, que sobresale sobre cualquier otro por sus incomparables atributos nutricionales.
Fuente: LA PATRIA
