Pasó el proceso de elecciones y sean cuales fueren los resultados oficiales finales, sin esperar hasta enero – fecha de posesión del gobierno – es tiempo, en base a las experiencias pasadas, de pensar muy seriamente en el país y su camino hacia el desarrollo y progreso.
Hasta hace poco, hubo mucho alarde sobre los éxitos logrados por el régimen; pero, todo ha cambiado prácticamente en las últimas semanas porque se ha visto que el monto de reservas no está en el orden de los 15,390 millones de dólares; que se tuvo que “prestar” a las empresas estatales el monto de 3 mil millones. Se dijo, igualmente, que hay trámites ante la China y el BID de nuevos préstamos que llegarían a muchos miles de millones de dólares.
El panorama, pues, no es tan optimista como lo veía el gobierno y que, si era así, hubiese sido consolador para el Estado. La verdad es que los hechos muestran situaciones contrarias a las utopías que, muchas veces, se vive no sólo para contentar al pueblo sino, a veces, para aferrarnos a situaciones que debieron mantenerse como ideales y no fue así.
Enero del próximo año será decisivo para adoptar medidas que eviten despilfarros y gastos dispendiosos. Con seguridad que el gobierno adoptará conductas muy serias para evitar la repetición de yerros del pasado. El país vive, desde hace mucho tiempo, con la esperanza de que haya cambios en las conductas y que la administración del Estado sea eficiente, eficaz, honesta y responsable.
Hay medidas que, en lo inmediato, deberían adoptarse como las de frenar al narcotráfico y al contrabando; por supuesto, la corrupción tiene su lugar y hay que proceder contra ella. Conforme a las experiencias señaladas por la FELCN hay mucho decomiso de drogas, descubrimiento de fábricas que, parece, han tomado al país como su territorio y, por supuesto, como si fueran dueños de fronteras que nos comunican con países vecinos.
La economía informal ha crecido grandemente porque se ha seguido introduciendo automotores ilegalmente. Para las autoridades, parece que no hay visos de parar el delito y hasta la posible legalización de los llamados “autos chutos” estaría retrasada sea por las presiones que ejercen los contrabandistas o, simplemente, porque las autoridades no estarían seguras de tomar medias que se impone debe adoptarlas.
La corrupción tiene su manto de inmunidad e impunidad y debe ser frenada por el mismo prestigio y conciencia del gobierno; no hacerlo implicaría poner en práctica, nuevamente, las políticas del “dejar hacer y dejar pasar” que habría que desterrar del accionar gubernamental.
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