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Domingo 12 de octubre de 2014

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Revista Dominical

Tributo a la mujer boliviana

12 oct 2014

Por: Marlene Durán Zuleta

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En este periplo de exigencias y escritura femenina, rememoramos a Adela Zamudio Ribero, no solo como ejemplo de la Maestra de vocación y orientación, sino de revelación por los diferentes episodios que le tocó vivir.

Su llegada al mundo fue un 11 de octubre de 1854, al recordar los 160 años de Soledad como se la conocía en el ámbito literario, identificamos a otras mujeres de talento, con el oficio de escribir y describir sus vivencias de amor y desamor.

En estos acentos de lírica, la palabra se erige y toma conciencia en varios tiempos imborrables de infancia y juventud. Estos testimonios perennes elevan a la musa, cuando el año 1915 es Mantenedora de los Juegos Florales realizados en el Teatro Municipal de la ciudad de La Paz, convocada por el Círculo de Bellas Artes.

Un último festejo en el ocaso de su vida, fue a los 70 años, es coronada por el Presidente de la República de Bolivia Sr. Hernando Siles, en el teatro Achá, escenario de ese instante irrepetible.

El Rector de la Universidad de Cochabamba, Guillermo Vizcarra B., en tan apoteósico acto señaló: “Su poesía no se parece al canto del ruiseñor, su canto no es comparable al del pequeño e incorregible trovador de los bosques, amante y sonoro poeta de las selvas, eterno y alado símbolo de esperanza y de amor. Es más bien como el trino melodioso de la calandria, moradora arisca de breñas y eriales, cuya sentida queja, queja ardiente, es voz de melancolía, de desconsuelo y de dolor…¿Qué bien está así la nieve de los años sobre una noble cabeza de mujer: En plena apoteosis, la nieve blanca sobre el volcán ardiente! Ayer, Cochabamba ha honrado dignamente el he-

roísmo de la mujer cochabambina. Hoy la Nación y la América entera celebran el genio de esa misma mujer”.

El recorrido de Adela fue más tristeza que dulzura, volvió a quedar sola, en vigilia y su voz callada. Los homenajes pasaron de largo, los poetas le habían cantado. Vivió un espacio indeseable en el que imperaba el desaliento. Su morada estuvo abierta a la poesía, al cuento, a la novela.

A propósito la obra “Entre el Amor y el Deber”, de Adela Quintanilla de Terán que residía en Oruro, es un epistolario entre las dos Adelas a partir de 1917. A ambas las unía la literatura y un enorme afecto de amistad.

Indudablemente, esta memoria repetida cada año, motivo de reflexión a través de la insigne figura de Adela Zamudio Ribero, nos recuerda a otras mujeres, pilares dentro de la historia de Bolivia como Bartolina Sisa, Gregoria Apaza, Juana Azurduy. En este contexto no puede olvidarse a la Primera Mujer Presidente de la República a doña Lidia Gueiler Tejada, Domitila Chungara junto a otras féminas protagonistas de la huelga de hambre contra la dictadura, Clara Torrico luchadora incesante de sus convicciones, cada una desde su lumbre intensa, dieron lecciones de civismo. Y entre las que profesaron sus sentimientos, dolores y resquemores María Josefa Mujía, Laura Villanueva, Yolanda Bedregal, Milena Estrada Sáinz, Alcira Cardona Torrico, Gladys Dávalos Arce, Silvia Mercedes Avila, Esther Murillo de Puña, compartieron el arte a través de la paleta, el teatro y las notas musicales, Magda Arguedas, María Teresa Sierra, María Luisa Luzio, Sarah Ismael.

No hay duda falta espacio para mencionar que existen mujeres de gran valía, testimonios que registran el tránsito de vida. No debemos ser marginadas ni opacadas, somos existencias visibles como las estrellas, como la luz de la vida.

Un tributo a todas las mujeres de Bolivia.

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