El hecho histórico nos recuerda la valiente acción encabezada por Don Tomás Barrón un 6 de Octubre de 1810, convocando a muchos patriotas dispuestos a ofrendar sus vidas en pos de libertad y justicia. La revolución de octubre fue el comienzo y el aporte de Oruro a la guerra de los quince años que culminó echando definitivamente a los invasores en 1825, cuando se declaró la independencia de nuestra amada Bolivia.
Más de dos siglos han transcurrido de ese hecho y queda en las páginas de la historia una relación de la participación ciudadana, desinteresados y valientes ciudadanos que no vacilaron un instante para responder a una convocatoria de sacrificio en busca de liberar familias, hogares y el terruño del dominio español que no sólo lastimaba la conciencia ciudadana, sino que también despojaba a la región y sus naturales habitantes de la prodigiosa riqueza de las minas del altiplano.
No había muchas alternativas, se imponía una revolución y si bien la heroicidad de unos no liquidó la fuerza de los otros, lo importante es que se marcó en la vastedad del territorio el ansia de libertad y el movimiento persistió, continuó hasta alcanzar los objetivos de liberación.
Cuando 204 después se rememora una revolución, para los entendidos del tiempo presente, aquello fue una insurrección de valientes, el resultado de tal movilización tardó muchos años en alcanzar los objetivos y caros anhelos de vivir con independencia y en democracia.
Una revolución significa en el hecho práctico un cambio de estructura, social, política, cultural que responda a motivaciones coyunturales de un determinado tiempo. De aquella acción lo principal fue el ejemplo de la voluntad patriótica en busca de mejores condiciones de vida.
De ese tiempo al presente hay que asociar las necesidades de entonces con las esperanzas actuales. Los orureños tenemos que encauzar una nueva revolución que nos lleve al objetivo de cumplir nuestros anhelos para hacer de nuestra tierra un solar en el que sus habitantes disfruten de sus riquezas naturales, permitiendo que más jefes de familia accedan a fuentes de empleo seguras y en las que se reconozca su sacrificio con salarios dignos.
Estamos atravesando por un lento proceso de cambio hacia el logro de nuestra autonomía, enmarcando tal proceso en la alternativa vigente a la que ya otros distritos se adhieren paulatinamente, aunque sopesando dificultades propias de la burocracia estatal y del centralismo todavía dominante que altera los planes estructurales de un proceso de cambio, de una revolución regional en pos de alcanzar metas de desarrollo sostenible para “vivir mejor”.
Hay urgencia de retomar el ejemplo de los patriotas orureños que lograron sus objetivos en base a unidad y las decisiones valientes que les permitió enfrentar al enemigo de entonces. Ahora se demanda la misma voluntad, entereza, y sobre todo la unión de todas las fuerzas regionales para enfrentar las circunstancias adversas del desánimo, la apatía, indolencia y el nomeimportismo, para asumir responsablemente, la tarea fundamental de unirnos, por encima de los mezquinos intereses políticos.
Hagamos una revolución de orureños decididos a defender nuestros derechos, a exigir lo que nos corresponde, pero contribuyendo unidos todos a desarrollar nuestros más ambiciosos proyectos, seguros de que materialmente no nos falta nada, tenemos riqueza y belleza, sólo nos falta voluntad para que unidos salgamos adelante ese será nuestro mejor homenaje a la gesta de hace 204 años.
Fuente: LA PATRIA
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